Considerado como el escritor más culto de su generación, Miguel de Unamuno nace el 29 de septiembre de 1864 en la calle Ronda del viejo Bilbao. Siendo aun muy niño tuvo que vivir dos experiencias que marcarían su carácter y que reflejaría por escrito en sus primeras obras: la muerte de su padre, y el sitio de Bilbao con el estallido de la Tercera Guerra Carlista. Ambos sucesos están presentes en sus obras "Recuerdos de Niñez" y "Paz en la Guerra".

En 1880 se traslada a Madrid para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad, termina sus estudios universitarios en 1883 y se doctora con su tesis "Crítica sobre el problema y prehistoria de la raza vasca". Trabaja dando clases, colaborando en diversos periódicos nacionales y prepara oposiciones a Cátedras de Instituto y de Universidad. Consigue la plaza de catedrático de Lengua Griega en la Universidad de Salamanca. Llega a esta ciudad ya casado. Su primer hijo Fernando nace en Bilbao; sus otros hijos Pablo, Raimundo, Salomé y Felisa nacen en Salamanca en la vivienda de la plaza de Gabriel y Galán.

A comienzos del curso académico del año 1900, Unamuno es el catedrático que pronuncia el discurso inaugural, resultando tan interesante que motivará su elección como rector de la Universidad, permaneciendo en el cargo hasta su destitución en 1914. En este tiempo nacerán el resto de sus hijos José, María, Rafael y Ramón y fallecerá Raimundín que provocará a Unamuno una profunda crisis personal y religiosa.

Cuando en 1914 debe dejar la residencia de la Universidad, se traslada a la calle Bordadores, junto a la llamada "Casa de las Muertes", a partir de cuándo inicia una fuerte actividad política.

Durante la Primera Guerra Mundial apoyó a los aliados frente a los germanófilos, visitando el frente italiano con Azaña y Américo Castro. Fue candidato a diputado por el Partido republicano de Vizcaya. Mantuvo un enfrentamiento abierto contra el rey Alfonso XIII, llegando a ser procesado por injurias hacia la persona real, siendo condenado a prisión y posteriormente indultado.

Su permanente campaña contra la monarquía y el Directorio Militar del General Primo de Rivera le ocasionan el destierro a la isla canaria de Fuerteventura, donde permanecerá en 1924 hasta que huye a Francia, aún indultado, prometiendo no volver a España hasta que Primo de Rivera no deje el Gobierno.

Vuelve a su tierra con la caída del dictador, viviendo un recibimiento apoteósico a su paso desde Hendaya hasta llegar a Salamanca, donde vuelve a ejercer como catedrático de Historia de la Lengua Castellana en la Universidad.

Además de una serie de nombramientos de carácter político, vuelve a ser nombrado rector de la Universidad de Salamanca, posteriormente rector vitalicio, ciudadano de Honor de la República y propuesto para la Academia Española y para el Premio Nobel; termina por alejarse del Gobierno republicano y se adhiere al levantamiento militar a comienzos de 1936. No obstante, su decepción del Gobierno de Franco hace que se recluya en su casa de la calle Bordadores, al ser destituido a raíz de su pública ruptura con el fundador de la Legión, falleciendo el 31 de diciembre de 1936.

Sus contradicciones personales y las paradojas que afloraban en su pensamiento actuaron impidiendo el desarrollo de un sistema coherente, recurriendo a la literatura en tanto que expresión de la intimidad, para resolver algunos aspectos de la realidad de su yo. Defendió el concepto de "intrahistoria" latente en el seno del pueblo frente al concepto oficial de historia; propuso que la solución de muchos de los males que aquejaban a España era su "europeización".

Destacamos de su obra literaria: "Paz en la Guerra", "Amor y Pedagogía", "La Tía Tula", "Niebla", "Abel Sánchez", "Fedra", "Sombras de Sueño", "El Otro" y "Medea". Su obra y su vida estuvieron estrechamente relacionadas, de ahí las contradicciones y paradojas de quien Antonio Machado calificó de "donquijotesco".