El cuatro de diciembre se celebra la festividad de santa Bárbara. En el martirologio de la Iglesia Católica figura como una virgen y mártir cristiana del siglo III. Nació en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, en Turquía.

Su padre, un romano llamado Dioscuro, fue un tirano. Durante su ausencia del hogar, la niña abraza la enseñanza cristiana. A su regreso, Dioscuro ordena la construcción de una nueva casa en la que su linda hija Bárbara debería recibir a sus pretendientes.

Para simbolizar sus creencias, ella indujo a los arquitectos para que pusieran tres ventanas en el dormitorio tipificando a la Trinidad, en lugar de las dos ventanas que había ordenado su padre.

Cuando Dioscuro descubrió la tercera ventana y la cuestionó, su hija admitió que se había convertido al cristianismo y rechazó al pretendiente que había elegido su padre para que fuera su esposo.

Ella fue juzgada, encontrada culpable y sentenciada a ser ejecutada. Dioscuro llamó al prefecto y le dijo: "Dadme una espada; ella morirá por mis propias manos", y así, Bárbara murió a manos de su padre.

Pero, mientras aún mantenía la espada en alto, cayó un rayo sobre la espada sostenida por su padre, consumiéndolo y quemándolo por completo hasta convertirlo en cenizas. Esta leyenda convirtió a Bárbara en protectora contra los rayos y los truenos.

Los artilleros de todo el mundo han proclamado a santa Bárbara como su patrona. En general, todas las profesiones que manejan explosivos la tienen como patrona. Los mineros de las cuencas asturiana y leonesa le han dedicado un himno llamado "Santa Bárbara bendita". También es patrona de los electricistas, feriantes y fundidores.

El sepulcro de santa Bárbara fue venerado por fieles que reportaban curaciones milagrosas. Su fama era muy reconocida en el siglo VIII y varios empezaron a llevarse las reliquias, hasta que fueron trasladadas a Constantinopla y después a Venecia en tiempos del dogo Pedro II Orseolo por María Argyropoula, una princesa bizantina, hermana de Romano II, que se había casado con el hijo del dogo. Las reliquias de la santa quedaron en la Iglesia griega y el 1108 una princesa griega de nombre Bárbara se casó con el príncipe de Kiev. Ella trajo consigo las reliquias que fueron colocadas en un monasterio de Kiev. En la época de los desastres napoleónicos, las sagradas reliquias fueron llevadas al templo de San Martín en la isla de Burano, donde se custodian aún hoy.

En la iglesia de San Juan del Hospital, en Valencia, se encuentra la columna donde fue martirizada, en una capilla bajo la advocación de la santa. Esta reliquia fue traída a la ciudad de Valencia por la emperatriz Constanza Augusta de Grecia.