Hay que hacer algo, y de forma urgente, para que nunca más tengamos que leer que una niña de 12 años muere por un coma etílico durante un botellón. Ni siquiera, que dos niñas de 12 y 13 años, edades de iniciación al alcohol, son ingresadas en un centro por una intoxicación etílica. Hay que poner barreras urgentes entre los menores de edad y el alcohol. Resulta difícil de entender que la forma de ocio generalizada entre los más jóvenes, y que se repite cada fin de semana en España pese a la prohibición de vender alcohol a menores, sea precisamente esa, la adquisición e ingesta de alcohol que se está cobrando un tributo demasiado elevado.

No entiendo cómo una chavalita de 12 años, hay que estar jugando poco menos que con muñecas y pendientes de otras cosas bien distintas, pueda elegir embrutecerse con las bebidas alcohólicas. Porque el alcohol embrutece, el alcohol es alienante, el alcohol no permite disfrutar del ocio con los cinco sentidos. El alcohol obnubila la mente y se deja de ser uno mismo para ser otra cosa. A pesar de la prohibición un tanto light que pesa sobre el alcohol dispensado a menores en la permisiva España, 9 de cada 10 estudiantes de 14 a 18 años opinan que es fácil o muy fácil conseguir alcohol. Así lo revela la última Encuesta Estatal sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España.

Que nadie piense que de los botellones se puede sacar nada bueno, entre otras cosas porque entre los que tienen edad se cuelan muchos otros que no la tienen, en especial niñas que son las más proclives a empinar el codo. Por eso me aterra escuchar, como ocurrió en tiempo pasado en Zamora, a según qué dirigentes apoyar el botellón y más. Flaco favor hacen a los adictos y adeptos y a los que llegan con la curiosidad del neófito, dispuestos a probarlo todo. Algunos representantes de la política tienen el cerebro de mosquito. Palabra. De tan avanzados como son o quieren ser, retroceden a pasos agigantados en temas que deberían preocupar a toda la sociedad, además de a los padres.

Parece ser que el Gobierno quiere tomar medidas para acabar con semejante lacra, desarrollando una Ley de Prevención del Consumo de Alcohol por Menores de Edad. Pero, por favor, que no dejen para mañana lo que tienen que hacer con urgencia hoy. Nadie puede garantizar la prohibición de vender o entregar bebidas alcohólicas a menores, de ahí que deba endurecerse la Ley, crearse una nueva e incluso subir la edad de consumo a los 21 años. Lo que es norma en otros países también podría serlo en el nuestro. Claro que para eso se necesita el necesario consenso y no sé yo si con tanto progre en el Congreso se lograría con la urgencia necesaria. Lo digo porque se aproximan fechas en las que el alcohol corre como los ríos en crecida y Dios no quiera que debamos lamentar la muerte de otra niña. Habría que saber por qué aumenta el número de niñas que se entregan al alcohol. A lo mejor creen que es una forma de igualdad. Alguien tiene que explicar muchas cosas a los más jovencitos.

Lo ideal sería 0 consumo de alcohol. Hay formas mejores de divertirse. Lo mismo que se hace con la violencia de todo tipo, especialmente la machista, hay que empezar a hacer con el alcohol, que se ha convertido en el enemigo público número 1 de los críos y crías de 12 años.