Si alguna necesidad con vistas al futuro tiene la sociedad española es un pacto nacional para mejorar la educación para las futuras generaciones que se moverán en un mundo muy diferente al de sus padres y abuelos, marcado por la sociedad digital que se impone en todas las realidades de la vida; los alumnos actuales son los conocidos como los "millennials" nacidos en la era digital. Sin embargo, la educación es un tema que no merece la atención de los políticos, que en sus debates televisivos apenas la nombran y si lo hacen es para imponer la escuela única, laica y pública intentando erradicar la libertad de los padres. Otro de los mantras que les obsesiona es el lugar de la asignatura de religión en la escuela. En eso emplean sus debates televisivos.

El estado actual de postración que vive la enseñanza pública es la herencia que ha dejado el PSOE en España. Todas las leyes educativas que han funcionado en España desde 1993 han sido las socialistas; nunca quisieron llegar a ningún pacto por la educación, ni ahora quieren porque pretenden imponer su proyecto educativo como sea y cueste lo que cueste a los españoles. Nada más ganar las elecciones, en 1993 se dedicaron con todas sus fuerzas a controlar la educación, para utilizarla como adoctrinamiento. El tópico fue el de siempre: la igualdad y el progresismo que para ellos era una patente de corso para destrozar la enseñanza. La Lomce, que no era la maravilla de las maravillas, además que su cumplimiento ha sido retardado y/o bloqueado, pero supuso un intento al parecer imposible hasta ahora para mejorar la calidad de la enseñanza y fomentar la libertad de elección, porque los últimos responsables de la educación de los hijos son los padres no lo políticos: no es de extrañar que las posturas más conservadoras se opongan a ella y pongan todos los obstáculos posibles. Algunos políticos que viven, dicen ellos, de defender la enseñanza pública y mandan a sus vástagos a los colegios privados más caros tienen que explicar públicamente el porqué de esa elección. La Lomce ha sido un simple pretexto para la movilización, la algarada callejera. Los institutos y las universidades son la fuente de donde salen los nuevos políticos sin más preparación que la demagogia y el populismo revanchista. Cualquier reforma por acabar con la postración educativa es atacada y rechazada por aquellos inmovilistas que se han parado en el tópico de escuela: única, pública, laica y no por la comunidad educativa sino por los que hacen de la educación su particular cuartel de invierno. Lo importante, según algunos, no es la excelencia, el esfuerzo serio y constante, el no pasar curso sin demostrar una suficiencia positiva. La enseñanza pública parece conformarse con exigir lo menos y promocionar como sea para dejar los años de la juventud paseando libros debajo del brazo. Pero la educación pública no es un regalo del Gobierno de turno, sino que la pagan todos los españoles con sus impuestos, por eso no es gratis, sino muy cara cuando los resultados no son los adecuados. Se debe garantizar la igualdad de oportunidades a todos, especialmente a las rentas más bajas, pero eso no significa que se ocupe un puesto escolar durante años de forma negativa. Mientras todo esto se discute, España es el país de la UE donde más abandono escolar se da.

Fidel García Martínez