Qué bien pensada, realizada y también publicitada ha estado la exposición "Hazme un sitio en tu montura"! Para muchos habrá sido la mejor oportunidad de conocer, entender y recrearse con unas obras representativas, aunque en pequeño formato, en una cierta sinergia con los versos seleccionados: Baltasar Lobo y León Felipe, dos zamoranos universales de los que sus paisanos se sienten orgullosos.

En las últimas jornadas cuatro escultores de la tierra (José Luis Coomonte, Tomás Crespo, Antonio Pedrero y Ricardo Flecha) valoraron positivamente la obra de Lobo y además, desde vivencias y recuerdos personales, destacaron la bonhomía y sencillez de su personalidad. Y para completar este acercamiento, María Bolaños, actual directora del Museo Nacional de Escultura y la mejor conocedora de Baltasar Lobo, resumió su azarosa biografía con algunos precisos datos y pertinentes comentarios; al finalizar, entre las varias preguntas, hubo de responder también a la recurrente cuestión del nuevo museo. Contestando contenida y prudente que, ante las dificultades de varios museos y especialmente de los monográficos, habría que contar previamente con un "proyecto museístico sólido". Intervine brevemente, dadas las circunstancias, tratando de dejar abierto algún horizonte posible. Y por eso, cuento ahora lo que allí podría haber dicho y que en parte, hace tiempo, publicó este periódico ( hemeroteca La Opinión-El Correo de Zamora, 31-12-2010, "Para el debate de los museos"), reproduciendo algunos párrafos, que creo siguen teniendo bastante vigencia y pueden propiciar alguna reflexión, alguna iniciativa: "Visitando el Chillida Leku, la Fundación Museo Jorge Oteiza, el Pablo Serrano y algunos otros, conociendo circunstancias de sus diversos orígenes y mantenimiento, he ido formando mi opinión. Sin olvidar que en los años setenta un pequeño museo del gran Alberto Sánchez no pudo sobrevivir en Madrid y que por entonces la casa/museo de José Clará en Barcelona tuvo que cerrarlo, por otra parte, que una importante colección de Julio González esté cobijada en el IVAM de Valencia; porque no es nada fácil mantener un museo monográfico de un escultor. Habría que creer en el que se tiene y, eso sí, además de celebrar debidamente su centenario dotar a la Fundación de alguna programación y dirección competente, aunque fuera a tiempo parcial, como se merece la personalidad y la obra indiscutible de Baltasar Lobo... Desde luego que ha habido y hay en Zamora notables artistas, cuyas obras deben de ser conocidas y enseñadas y hay también personas, que no debo citar, con suficiente conocimiento y criterio para coordinar e impulsar este ambicioso proyecto, como en ocasiones lo han demostrado. Podría ser clarificador y positivo algún encuentro, como últimamente se ha dicho, para contrastar y unificar experiencias y propuestas. Y en tal circunstancia no estaría de más pedir opinión a alguna gente de fuera, experta y con conocimientos de la realidad zamorana y aquí, a título de ejemplo, sí que cito nombres como Simón Marchán, María Bolaños, Juan Manuel Bonet, incluso los arquitectos Tuñón y Mansilla o Rafael Moneo. Y ya, completando esta hipotética cita, tampoco sobraría alguna aportación de representantes de ciudades en cierta medida homologables a la nuestra como Segovia, Cuenca, Cáceres, que mantienen con razonables resultados diversos y singulares museos. Conocer su gestación, financiación, gestión, fondos, mantenimiento, promoción, etc. sería conveniente y orientador".

A fecha de hoy ratifico en líneas generales lo que entonces escribí, al margen de alguna corrección y actualización. Y creo que además debo poner nombre a las personas que no cité: Concha González, responsable de la VIII Bienal de Zamora (Escultura Ibérica Contemporánea) aquella extraordinaria exposición, y de otras muchas actividades meritorias. Ángel Luis Esteban, experto en artes gráficas, instalaciones y comunicación. Y, desde luego, Paco Somoza, autor de las dos, a mi entender, acertadas rehabilitaciones museísticas y de otras singulares actuaciones.

Confío en que el Ayuntamiento, como titular del museo (¿quizás también la Fundación?), sea receptivo y tenga en cuenta propuestas como esta para consolidar un museo sostenible, no solo en su mantenimiento, sino también en el renovado interés de sus visitantes.

José María Carrascal Vázquez