El de la Policía Municipal de Zamora la tiene por arrobas. No en vano su historia se remonta al año 1795. Desde entonces su presencia en la vida ciudadana ha sido constante y efectiva. Ellos son cada uno de nosotros y nosotros somos ellos. Cuántas veces los primeros a los que se llama cuando el peligro acecha, quizá porque son los que preservan la seguridad ciudadana, los mismos que nos asisten ante cualquier problema y con los que los ciudadanos mantenemos o deberíamos mantener una intensa relación como consecuencia de su trato diario, cercano y directo. A cuántos de ellos los llamamos por su nombre, con todo el respeto del mundo, y cuántos de ellos nos llaman a buena parte de los ciudadanos por nuestro nombre.

Este lunes, 28 de noviembre, se celebra el Día de la Policía Municipal. Hoy están de fiesta y lo celebran por todo lo alto y como corresponde. Porque hoy, además, en un acto institucional, cargado de solemnidad, y que a eso de las doce tendrá lugar en el Teatro Principal, se hará entrega de distintas condecoraciones y reconocimientos a distintos oficiales y agentes, concretamente la Medalla a la Permanencia y la Medalla al Mérito de la Policía Municipal. Un orgullo y un honor para todos los que serán condecorados a quienes desde estas líneas quiero enviar mi felicitación más cordial.

A cuántos de esos agentes, hombres y mujeres, llamo amigos, como amigos son, muy queridos, desde hace muchos años, el jefe de la Policía Municipal, Tomás Antón Deza, y el subinspector José Alfonso Pérez Vaquero. Hombres cercanos y, para quien esto escribe, entrañables. Dos servidores de la ciudad que junto al resto de sus compañeros y compañeras hacen de la solvencia, el servicio, la eficacia, la eficiencia y la honradez sus señas de identidad. Pienso que la tarea que tienen encomendada las 24 horas del día no debe ser nada fácil. En esta ciudad sin distancias en la que los vehículos no faltan, dicen que en teoría nunca pasa nada, pero cuando pasa, ahí están, dispuestos y solícitos todos los que hoy reciben su distinción por una causa u otra y todos los demás. Los que cumplen sus bodas de plata con la institución y los que han accedido al Cuerpo no hace tanto.

Es verdad que no siempre se les ha mirado con los ojos del cariño que se les debe precisamente por su cercanía. Las multas de tráfico constituyen a veces una barrera, entiendo que salvable. Porque a la hora de poner en valor su trabajo, es más lo positivo que nace del esfuerzo individual y colectivo de todos y cada uno, que aquello que pudiera desprender negatividad. Hoy es su día y hay que agradecerles su compromiso con los ciudadanos, en parte también ellos son garantes de nuestra seguridad y nuestra calidad de vida.