La sanidad universal es un logro de las democracias más consolidadas (EE UU al margen). Garantizar la prestación médica, de forma gratuita, a toda la población supone seguramente el mayor hito del sistema político y social de la España contemporánea. Por eso, todo lo que sea arañar este edificio supone un retroceso, una involución, también en derechos humanos. En los últimos años, y debido a la crisis económica, los recortes se han extendido a todas las prestaciones. El sistema sanitario no ha salido bien parado del embate y dentro de él, la atención médica en el mundo rural, un ámbito muy debilitado y envejecido, lo está pagando de forma especial.

El ámbito rural ha ido perdiendo fuerza en los últimos años. Menos población, caída del poder adquisitivo, menos votos, más envejecimiento, un perfil que define un universo que se va deshaciendo. En Zamora esta situación de caída libre aún se acelera más porque al debilitamiento general de los pequeños municipios se une la crisis de la agricultura y la ganadería, con mucha presencia aún en la provincia y muy tocadas por la globalización y el abaratamiento de los precios de los productos primarios.

La evolución del sistema de sanidad rural es un ejemplo de esta pérdida de fuerza de los municipios pequeños. Las plantillas de sanitarios han ido decreciendo. Del médico en cada pueblo se ha pasado a la visita de un facultativo unas horas al día o dos veces a la semana o menos aún. Los centros de salud y los ambulatorios no han logrado hacer olvidar la atención permanente de antes y los ciudadanos han empezado a quejarse, a sentirse desprotegidos.

Las plataformas de defensa de la sanidad rural han surgido en varias comarcas de la provincia. Ya ha habido varias manifestaciones reclamando unos servicios dignos e incluso se ha planteado la necesidad de que las Cortes Regionales suscriban un pacto global que garantice el futuro del sistema.

El Consejo de Salud de Puebla de Sanabria ha denunciado escasez de médicos, lo que, de no resolverse, va a impedir que se cubran la mayoría de las guardias en el mes de diciembre. Las bajas, traslados, permisos, vacaciones, jubilaciones y otras circunstancias han disminuido la plantilla hasta el extremo de que tiene dificultades, según se ha dicho, para cubrir las diez demarcaciones que existen en la zona, con una gran dispersión poblacional.

El cierre de una planta del hospital de Benavente, a pesar de que los servicios regionales adelantaron que iba ser solo en la época estival, está creando serios problemas en la ciudad porque muchos enfermos, con enfermedades muy ligadas a su alta tasa de edad, tienen que ser derivados a los centros sanitarios de Zamora para ser tratados en Medicina Interna. Si Benavente tuviera abierta la planta podrían ser atendidos en la ciudad, lo que evitaría desplazamientos de riesgo y molestias a los familiares, además de descongestionar el Servicio de Urgencias.

Ciudadanos de la comarca de Tierra del Vino y otras del Sur de la provincia han reconocido recientemente que están empadronándose en la capital para contar con un servicio de Pediatría adecuado a sus necesidades. Este detalle demuestra que se sienten claramente discriminados por vivir en el ámbito rural y buscan el amparo de los centros, mucho mejor dotados, de la capital.

Una adecuada sanidad, digna, es el factor principal para fijar población en el medio rural y también en las ciudades medias. Benavente ha perdido grandes inversiones en los últimos años por no contar con la infraestructura sanitaria que demandan grandes empresas, que han optado por marcharse en muchos casos a León y a otras grandes ciudades cercanas con mejores servicios.

El Gobierno regional tiene que ser consciente de que sin sanidad digna no hay ámbito rural. No vale ningún Observatorio de la Población ni un programa de medidas para luchar contra la sangría demográfica si no existe una buena asistencia médica. Hay que tener en cuenta, además, que los residentes en los pueblos pequeños, por su alto envejecimiento, necesitan más atención incluso que en las ciudades.

Este servicio no puede valorarse por sus rendimientos económicos, los factores a analizar tienen que ser otros. Si hay escasez de médicos y sanitarios en general no queda más remedio que contratar unos nuevos y reforzar las plantillas para evitar que la atención se debilite. No vale la excusa de la Junta de que no se encuentran profesionales en el mercado dispuestos a ejercer su trabajo en el ámbito rural zamorano. Quizás esa dificultad para encontrar profesionales tenga que ver con el sueldo ofertado y los incentivos por trabajar en unas condiciones especiales, con una población muy dispersa, muy envejecida y repartida por amplios territorios.

La población de los pueblos tiene que sentirse amparada porque si no se va a marchar a otros lugares donde encuentre ese cobijo. Es preciso, además, incentivar la instalación de centros residenciales para personas mayores en el ámbito rural. Mantener a los ciudadanos en su medio es trascendental para que no se produzca un peligroso desequilibrio territorial, que creará el caldo de cultivo para que se extienda el cambio climático. La sanidad es clave para que los pueblos se mantengan vivos. La Administración tiene la obligación de potenciar los servicios y reforzarlos.