Apenas unos minutos después de darse a conocer la noticia del triste fallecimiento de Rita Barberá, las redes sociales ardían. "Trending topic" en Twitter. Y como no podía ser de otra forma, tratándose de la guarida en la que se cobijan y esconden tantos cobardes incapaces de dar la cara, no todos los mensajes fueron de pésame. Me repatea, ¡y de qué forma!, que las redes sociales muestren su lado más cruel, más descarnado, más canalla, más insolidario, más miserable, más desagradable.

Los memes y los comentarios de mal gusto no tardaron en inundar Internet. Algunos de ellos tan injuriosos que la autoridad judicial debería intervenir de inmediato y a quienes corresponde, familia y Partido Popular, denunciar los comentarios sobre su excorreligionaria y compañera, que han corrido como la pólvora y que han asqueado profundamente a todos cuantos los hemos leído con verdadera repulsión. Ni en la vida, ni en la muerte. Esta gentuza que se esconde en el anonimato, no respeta a nadie. Aupados por los jefecillos populistas que hacen de la muerte de otros su lección cotidiana de demagogia, estos valientes anónimos se han despachado a gusto.

La crueldad de las redes sociales no tiene límites. No crea usted que los tuits con los que unos y otros han tratado de hacer escarnio, insultando, difamando, atropellando el honor de la señora Barberá, difieren mucho de aquellos con el sello de Guillermo Zapata, concejal podemita en el Ayuntamiento de Madrid, contra Irene Villa y el pueblo judío. Esa crueldad tiene que volverse contra ellos. Quiero instar a quien corresponda, Policía Nacional, Guardia Civil, juzgado y la sociedad española más responsable, que lo denuncien. Que la ley persiga a toda esta gente. Porque eso, no es libertad de expresión. Insultar y machacar al prójimo o al contrario, llámelo usted como quiera, no es libertad de ningún tipo, simplemente es lo que es. Y en este caso se ha allanado el honor y la memoria de esta señora.

Esto no se puede aguantar. Hay uno que se tilda a sí mismo de "dios", sin duda un diosecillo de adobe, que se ha empleado a fondo. Y como ese tipejo o tipeja, otros tantos y tantas que dan vergüenza, la pena es otra cosa. Cuan vulgares, ordinarios y malintencionados. Lo peor es que, para curarse en salud, tipejos como Diego Cañamero que ahora calienta escaño en el Congreso de los Diputados, se haya destapado diciendo que "cada día mueren personas por bombardeos que apoya el PP y no se les hacen minutos de silencio". ¿A qué coños espera el PP para denunciar, para intervenir? Parece que tuvieran la sangre de horchata, ¡joder! No digo que bajen a la altura inmoral de gentuza como Cañamero, pero sí que den caña, con la información de que disponen, estando en el poder, para bajarles los humos, para gritar a los cuatro vientos lo que esta gentuza esconde.

Descuide usted, que por esos a los que bombardean y mueren, Diego Cañamero no mueve un dedo. Y si lo hace es solo de palabra.