El estreno, el otro día, por televisión, de un documental en color sobre la guerra civil, en uno de esos pequeños canales de los que hay tantos que prácticamente no hay audiencia para todos, ha servido para poner de actualidad una vez más, junto a la celebración del Día de la Televisión, el panorama del medio en España, sus tendencias y su realidad según los datos últimos del CIS que no hacen otra cosa que confirmar lo que ya se sabe: que ahora se ve menos, que se prefieren los programas a la carta, que los jóvenes usan más los dispositivos móviles optando por las pantallas pequeñas, y que solo las emisoras generalistas son capaces de dar batalla y conseguir telespectadores.

Claro que depende de lo que se programa. Ese documental sobre la guerra de hace ochenta años al que se ha puesto color, en un esfuerzo notable y meritorio, consiguió unos excelentes datos de audiencia pese a ser emitido por un canal de TDT del que la mayoría no conocía ni su existencia, igual que ocurre con tantos otros, que andan arrastrándose a base de refritos. Por cierto, que hay que citar que las imágenes de la contienda, al ser coloreadas por vez primera, pierden el dramatismo del blanco y negro pero resultan más vivas, pese a los colores planos y monótonos como esos cielos nítidamente azules. Pero el guion, oh sorpresa, no tira para la izquierda como es habitual, y deja contemplar todo el horror de los bandos en lucha, pero incluidas las quemas de conventos, la profanación en las calles de los ataúdes de monjas, y de los masivos fusilamientos de Paracuellos que, eso sí, no fueron 2.000 sino 5.000. Una serie excelente, ofrecida por Dmax, un canal del prestigioso Discovery.

Lo más destacado de la radiografía del CIS es el retroceso que marca el fracaso sin paliativos de RTVE desde que el PP llegó al poder. Ha perdido nada menos que 20 puntos porcentuales en cinco años, víctima del sectarismo y de la falta de credibilidad. Ya se sabe que la televisión estatal no es eso sino una televisión gubernamental al servicio de quien manda. Pero unos lo hacen mejor y lo llevan con más discreción y otros lo hacen de la manera más burda y cínica, sobre todo en los aspectos informativos que manipulan a conveniencia. Y el PP es el que peor lo hace, servido por una legión de periodistas de partido que buscan en el sectarismo la promoción profesional, aunque saben que su alcance y duración son muy limitados. Ahora, y al no disponer ya Rajoy de mayoría, sino todo lo contrario, las cosas tendrán obligatoriamente que cambiar pero el derrumbe ya se ha producido.

Actualmente, RTVE está en tercer lugar en cuanto a favor del público se refiere, muy por detrás de Telecinco que sigue vomitando basura, y de Antena 3, que es como la expresión plástica de la mediocridad más rampante. En informativos, la Sexta ha dado la campanada y ha pasado a ser la preferida de los telespectadores por sus programas de debate político y su giro izquierdista, en el que le sigue Cuatro. Los numerosos canales de la TDT apena si llegan a niveles testimoniales. Y luego, las televisiones autonómicas, pagadas con el dinero de los contribuyentes, otra vergüenza nacional.