Después de más de tres largos años de lucha (2012-2015), tratando de convencer a sayagueses y zamoranos de que sería bueno, justo, equitativo y saludable dignificar y enaltecer al poeta Justo Alejo, paisano que por su obra bien merece que se le otorgue un puesto señero entre los más sobresalientes literatos nacionales?

Después de muchas idas y venidas, mucha charla, cuantiosos ruegos, diligencias, trámites, gastos cuantiosos de tiempo, de dinero propio y de la virtud de la santa paciencia?

Después de implicarme exhaustivamente en este empeño a título personal y pasar por alto críticas, murmuraciones, negaciones, descalificaciones e incluso algún insulto?

Después de todo lo expuesto, me había prometido a mí mismo no volver a romper una lanza nunca jamás por una causa ajena relacionada con la tierra que me vio nacer y sus habitantes. Pues, salvo este diario y muy prolijamente su redactora Irene Gómez, así como dos o tres amigos íntimos y algunos (no todos) familiares del poeta, a nadie más le vino en gana colaborar en las actividades y proyectos que se programaron con motivo del octogésimo aniversario del nacimiento del poeta de Formariz.

Pero, mire usted por dónde, la actualidad hace que mi sentido de la justicia se soliviante de nuevo. Ahora se trata de otro egregio e ilustre poeta, músico y dramaturgo sayagués, de Fermoselle, conocido como Juan del Enzina, a quien Salamanca quiere usurparnos, atribuyéndole su nacimiento en tierras charras.

Su padre, nacido en la villa vinatera y con apellido Fermoselle, emigró a la ciudad de Salamanca y el hijo se crió allí y se educó en su universidad, pero no por eso perdió su apellido. Debió de considerar conveniente no firmar sus obras usándolo, por su tufo a judío. Cosa poco conveniente en siglo XV en España y menos aún en su caso, acogido como estaba a los favores de los duques de Alba. Por lo que probablemente tomó su seudónimo del apellido Encinas de su madre. Elucubraciones no demostradas por fuentes autorizadas y fidedignas.

Ante la apropiación que Salamanca quiere hacer de su progenie, tocan a rebato para zamoranos y sayagueses. ¿Vamos a permanecer una vez más inactivos y resignados? ¿Dejaremos hacer sin mover ni un dedo en contra, mirando como pánfilos como culmina otra tropelía contra nuestro patrimonio cultural? ¿No nos atreveremos a excitar el celo de nuestras instituciones docentes y culturales para que exijan a las autoridades que emprendan una campaña reivindicativa para luchar por lo que es nuestro y tenemos la obligación de conservar?

Preguntas de un examen de conciencia que no podemos eludir plantearnos ante el cariz que están tomando los acontecimientos y a las que debemos dar una respuesta comprometida y valiente. Que cada cual asuma la responsabilidad que le corresponde o, por el contrario, quedará evidenciada su inanidad culpable.

José Martín Barrigós