En el Antiguo Egipto, el 14 de noviembre del año 1152 antes de Cristo, es decir, hace 3168 años, comenzó la primera huelga laboral conocida en la historia. Fue durante el reinado de Ramsés III cuando sesenta artesanos se negaron a realizar su trabajo en el Valle de los Reyes. Eran picapedreros, carpinteros y dibujantes que, guiados por el escriba Paturere y dos contramaestres reclamaron el salario alimenticio que no habían recibido durante el último mes. Sentados ante la puerta del templo, clamaron: "Tenemos hambre y sed".

Durante ese año los trabajadores en el Valle de los Reyes estaban enfocados, entre otras obras, a terminar la tumba de Ramsés III. En aquella época los trabajadores no percibían ningún tipo de salario, no obstante, su esfuerzo físico era recompensado con comida para poder subsistir. Parecía algo lógico que, siendo un momento en el que no se podía soñar con derechos y libertades, por lo menos necesitaban el sustento preciso para emprender las duras jornadas de trabajo.

Al parecer, eran días poco favorables para obtener las provisiones necesarias para alimentar a los trabajadores del Valle de los Reyes, pues habían sido capturadas por el gobernador de Tebas. Este acontecimiento obligó a que no se pudieran obtener alimentos en algunas semanas, situación que comenzó a cargar el ambiente hasta hacer explotar a los trabajadores. Aquellos hombres encargados de construir esas maravillas que hoy suponen un auténtico reclamo turístico, comenzaron a impacientarse, estaban completamente debilitados por el hambre, lo que derivó en una protesta colectiva por tal situación. Decidieron interrumpir su trabajo y dirigirse en masa al templo de Ramsés III. Allí no dudaron en presentar sus quejar al faraón al grito de: "Tenemos hambre" .

Fueron largos días de negociaciones, que a pesar de no tratarlas directamente con el faraón, las gestionaron con los sacerdotes del templo. Al principio se les intentó calmar con un número irrisorio de panes, pero esto no frenó a la masa descontenta. El creciente enfado de los trabajadores asustó considerablemente a los sacerdotes del templo que eran conscientes de que los obreros habían llegado allí sabiendo que era el lugar donde se guardaban las provisiones. Los sacerdotes claudicaron y les entregaron el pago que se les debía: cuatro sacos de trigo y un saco y medio de cebada.

Parece ser que la situación solo pudo contenerse en parte, pues al repetirse cada cierto tiempo el problema de "impagos", comenzaron a registrarse saqueos y profanaciones de las tumbas de los faraones, que eran bien conocidas por quienes las habían construido.

A pesar de que el derecho a la huelga no se vería hasta el desarrollo de la socialdemocracia en el siglo XX, ya vemos que el germen de las protestas laborales podemos buscarlo en los antiguos egipcios de hace más de tres mil años.