No es bueno para la convivencia de los españoles, en armonía, que algunos de estos chicos y chicas que han accedido a la política, menores de 40 años, se dediquen a dividir a los españoles, a etiquetarlos de buenos y malos, los buenos son ellos, los malos son los demás, alentando la dinámica del odio, negando legitimidad al Parlamento, que la tiene toda, y apelando a la calle para justificar todo lo que hacen. No es nada bueno para la paz social que todos queremos que esta gente siga por ese camino pedregoso.

Colea todavía la intervención bufa del diputado de ERC Gabriel Rufián. A fuer de ser sincera lo cierto es que ni el personaje ni la intervención merecerían comentario alguno, si no fuera por lo faltón y grotesco que estuvo durante su intervención y aun después. Este, además de serlo, lo lleva en el apellido, identificándose así por si alguien alberga alguna duda. Joroba un montón que esta gente sea capaz de ver la paja en el ojo ajeno y no digan nada del pedazo de viga que atraviesa los suyos. Son así. Tengo para mí que incluso se creen lo que dicen y hacen. Pero lo cierto es que tienen un doble rasero. Ellos y solo ellos pueden dar lecciones de ética y estética social a los demás pero, ¡ojo!, como tienen la piel tan fina que enseguida les salen "berrunchones", se muestran incapaces de aceptar la crítica, ni siquiera la que procede de sus propias filas, ya que los rufianes estos de nuevo cuño se sitúan por encima del bien y del mal.

Se trata de gente que ni siquiera había nacido cuando murió Franco, sin embargo tienen una visión maniquea de la historia de España que algunos quieren transformar a toda costa. No descubro nada nuevo si digo que España es un país cainita. Las contiendas civiles se han sucedido a lo largo de su historia en la que se han dado todo tipo de situaciones en función del gobernante de turno. Pero me da que estos chicos no están precisamente al corriente de los avatares de nuestra historia, la pasada y la más reciente, la que antecedió a la democracia y por supuesto esta que nos toca vivir y que se forjó con sangre, sudor y lágrimas.

Da la sensación de que estos rufianes a los que se les llena la boca de libertad e independencia, pero solo eso, de boquilla, quisieran volver a los tiempos de la represión, sin prensa libre porque hasta eso les molesta, sin más partidos que el suyo y sin libertad de reunión y de expresión. Claro que señalar e insultar a los demás ellos lo llaman libertad de expresión. Rufián, hijo de padres andaluces, por lo tanto charnego y sin un solo apellido catalán (estos son los peores), busca la confrontación, la vuelta de las dos Españas, a sus 34 años tan mal llevados, todo en él, además de odio, es mala educación, mala baba, falta de respeto, siembra odio y odio es lo que recoge porque, afortunadamente, los españoles no son tontos y saben distinguir. Este va de perdonavidas y los españoles no quieren ese modelo de político. Un modelo pasado de moda, trufado de intolerancia, resentimiento y odio. Y España no está como para permitirse tener más rufianes de los que ya tiene.