Lo mismo que el jefe Rajoy, los ministros de su Gobierno, los de antes y los nuevos, juraron sus cargos ante el rey, y Méndez de Vigo, que continúa con la cartera de Cultura, pero que se estrenaba como portavoz del Ejecutivo en sustitución de la dicharachera vicepresidenta Sáez de Santamaría, transmitió un mensaje del presidente reiterando el ofrecimiento de diálogo y pacto con las fuerzas de la oposición, que desde el descabezado PSOE se recibió con frialdad y escepticismo. Ahí queda de nuevo la oferta, y no tardarán en comprobarse las posturas que unos y otros mantienen a la hora de la verdad.

Poco peso político parece tener de entrada el nuevo Gobierno, dada la continuidad de la mayor parte de sus miembros, cuyas capacidades y discapacidades ya se conocen. Aunque, eso sí, los añadidos encajan dentro de la línea a la que siempre Rajoy ha gustado de servir y que le sirvan. Con excelentes currículos académicos y profesionales todos ellos, y brillantes posiciones sociales. Claro que ya el primer día se ha publicado que una empresa de la familia de la ministra catalana, la de Sanidad, mantiene una deuda millonaria con Hacienda. Y que el de Fomento, De la Serna, hasta ahora alcalde de Santander, puede convertirse no tardando en el auténtico delfín, dejando muy atrás a Feijóo en la carrera por la sucesión de Rajoy. Es joven, tiene presencia, y dicen quienes lo conocen que es carismático. Podría ser justo lo que necesita el PP de cara al relevo para elecciones futuras. El nuevo titular de Asuntos Exteriores, que representaba a España, como diplomático, en la Unión Europea, ha sido el acompañante asiduo de Rajoy en sus reuniones de trabajo en Bruselas. Zoido, el exalcalde de Sevilla y exjuez que ahora llega a Interior parece que ha sido una recomendación directa del inevitable Arenas. Y Nadal, una casi imposición de la vicepresidenta, que por cierto ha prometido el cargo en vez de jurarlo con la mano en la Biblia. Lo mismo que De Cospedal, quien eufórica por el ascenso aseguró a los informadores que iba a continuar como secretaria general del PP. En fin, que ya se conoce algo más de los nuevos. De los otros, los Montoro, De Guindos, sus pugnas, Báñez y los demás, ya se sabe suficiente de ellos.

No resulta un equipo compacto, sino al revés, y como ha dicho Rivera, un Ejecutivo más para servir al PP que al país. Rajoy afronta la legislatura con una minoría insuficiente, que lo deja a los pies de los caballos, incluso con el apoyo puntual de Ciudadanos cuando sea preciso, algo con lo que se cuenta, por el bien de España, etcétera. Del PSOE, en su situación, y tras encumbrar a Rajoy a la presidencia del Gobierno, cabe esperar cualquier cosa, lo mismo que siga en su estado comatoso o que pretenda liderar un enfrentamiento drástico y sin concesiones, que a día de hoy parece lo menos probable, dada su gran debilidad. Los demás grupos, Podemos, y nacionalistas, siempre jugarán a la contra. Claro que a Rajoy, en cualquier caso, si las cosas van mal siempre le queda el supremo recurso de disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones, lo que evitaría una moción de censura como remate al hecho de que pueda ser la oposición mayoritaria la que en realidad gobierne. Inquietante panorama.