Tanto paseíto a la luz de las cámaras, tanto "cafelito" juntos, y tanta mandanga solo podía acabar en lo que unos sabían ciertamente, otros sospechaban y el resto, entre ellos alguno de sus adláteres, no querían reconocer: Pedro Sánchez ha tiempo que ha sido abducido por Pablo Iglesias. Se veía venir. Pedro siempre se mostró a gusto con Pablo y tibio cuando Pablo arremetía acremente contra compañeros de escuadra. Y si solo fuera eso. Lo malo es que Pedro quería llegar a la Moncloa con la estrecha colaboración de Pablo, sin desdeñar a los nacionalistas del norte y del este y a rupturistas como los de Bildu con Otegi a la cabeza, Tardá, Rufián y compañía. Y Garzón de comparsa después de llevarse por delante unas siglas, las de Izquierda Unida.

Pedro había trazado su particular hoja de ruta con Pablo. Los socialistas con sentido de Estado lo sabían, decidieron abortar, y abortaron. Los que están con Pedro a muerte, están con la división de España, con el parcelamiento de España, con la ruptura, en contra de la Constitución, de la ley y de los propios españoles. Y que se apliquen el cuento los que por aquí, señor Tudanca, apoyan sin fisuras a Pedro, porque este señor quería deshacer España. Pero si hasta el Pnv puso el grito en el cielo o casi. Creo que fue el partido que avisó de lo que podía ocurrir si se le seguía dando cuerda. El "no es no" de Pedro a Mariano era, únicamente, la excusa. Había un fondo que supondría, a la larga, la desaparición del Psoe, un partido que España necesita más que nunca.

Si alguien dudaba del acercamiento de Pedro a Pablo, con el riesgo de fagocitación de las siglas más que centenarias, en la entrevista de Jordi Évole, el pasado domingo, se despejó cualquier duda. Por cierto, la de piedrecitas que tiró contra su propio partido. Con amigos y correligionarios como Pedro, el PSOE no necesita enemigos. Los tiene dentro. Sánchez no ha podido ser más explícito, abogando por un "mayor entendimiento y colaboración" entre el PSOE y Podemos. Y si solo fuera eso, pero es que Pedro ha reconocido equivocarse al llamar "populista" a Podemos, pidiendo trabajar con ellos "codo con codo". ¡Jesús, qué peligro! Hay dos soluciones, o lo atan corto, porque quiere volver y llevarse por delante al Psoe, o que directamente se afilie a Podemos y que Pablo lo vaya presentando por ahí, en elecciones, como al ex Jemad Julio Rodríguez, a ver si cuela. El ex no lo consiguió ni en Zaragoza ni en Almería. Lo mismo Pedro sí.

Qué más quieren saber los socialistas que siguen apoyando a este señor que se ha ido por la puerta de atrás y que ahora va a presentar la verdadera batalla. La razón está del lado del señor Plaza que en ningún momento quiso tragar por ese cambio brusco que quería darle a España y al PSOE el último secretario general. Como español y socialista, el señor Plaza no admitió nunca semejante hoja de ruta, ni el chantaje de Podemos. Ser socialista no quiere decir ser antiespañol y todo eso que Podemos ha demostrado con creces y por lo que Sánchez parecía dispuesto a tragar. Ignoro el concepto que Pedro Sánchez tiene de "populismo", pero lo de Podemos es al respecto blanco y en botella. Desde que la abducción empezó a surtir efecto y por lo que se vio y oyó el domingo, la confusión de Pedro es grande, muy grande.