Cuando era estudiante leí un cómic o historieta gráfica cuyo argumento nunca he podido olvidar. Ya siento no recordar ni el título ni al autor. El caso es que allí se narraba la historia de un humilde poblado medieval explotado sin piedad por el conde de turno. Los aldeanos, hartos de las humillaciones, decidían concentrar sus escasos recursos en la búsqueda, formación y equipamiento de un joven que fuese su paladín; esto es, su guerrero invencible. Le fundían la mejor de la espadas, le conseguían una poderosa armadura y le regalaban el más brioso de sus corceles, además de adiestrarlo durante años en todas las suertes de combate. Al fin, tras mucho tiempo e infinitos esfuerzos, conseguían tener el mejor guerrero del reino. El conde no tardaba en averiguarlo, cuando sus recaudadores y emisarios empezaron a presentarse ante él humillados y heridos, sin haber podido obtener nada del poblado rebelde. Tras varias derrotas, el conde comprendió. Invitó a su castillo al joven e invencible paladín. Le preparó un gran banquete. Le hizo que ver que sus altísimas cualidades lucirían más y mejor si guerreaba para él, como el primero de sus comandantes. Le sugirió que podría desposar a una de sus hijas y ennoblecer su linaje... El joven guerrero nunca volvió a la aldea. Y la última viñeta del relato, desoladora, era idéntica a la primera: los aldeanos volvían a iniciar el proceso de búsqueda y formación de un paladín, de alguien que los defendiera de los de arriba.

Cuando leí esa historieta aún no gobernaba Felipe González, pero se le veía llegar. Y pensé que él era, sin duda, el paladín que la aldea española estaba acabando de formar para enfrentarse a los implacables poderes de arriba. Pero a mí nunca me infundió confianza y pensé que su historia acabaría como la del relato gráfico. Vaya si acabó. No solo se quedó para siempre en el castillo y al servicio de los señores que debía combatir; se convirtió en señor él mismo, en uno más de los que aplastan a los débiles sin compasión: ¿o qué cree el lector que significa su defensa férrea de la "austeridad" y del desorden económico internacional? Su último gran servicio a esas altas noblezas financieras de las que forma parte ha sido la destrucción de la mismísima "armadura" que la gente construyó para que él fuese su defensor: el PSOE. No veo otra lectura posible de lo que va a pasar hoy, cuando el partido obrero fundado por un humilde impresor permita que siga gobernante el partido más corrupto de España, de la Unión Europea y de buena parte del mundo civilizado. Certifica el fin de una época, de un ciclo, del esfuerzo colectivo que supone siempre poner en pie una organización política al servicio de los de abajo. Puede que el PSOE siga existiendo mucho tiempo, ya veremos con qué fuerza, pero va a ser cada vez más difícil verlo como la máquina poderosa capaz de hacer frente a los desmanes de los poderosos. Eso se acabó, se acaba de certificar hoy, en cuanto ponga sus votos de gente humilde y expoliada al servicio del conde Rajoy.

Por suerte, la gente de esta otra aldea gigante que es la España actual empezó ya hace algún tiempo a buscar un nuevo paladín, a fabricar otra máquina poderosa con la que parar los pies a los insaciables de arriba. Es la eterna historia de los de abajo, como en aquel cómic de mi juventud: empezar una y otra vez, cuantas veces sea necesaria, sin rendirse. Nos puede fallar un paladín, nos pueden destrozar la máquina construida para derribar el castillo, nos asaltarán una y otra vez a lo largo de los caminos. Pero hay que resistir. Somos más, somos mejores, somos honrados, sabemos trabajar. Y ellos solo saben vivir, como los parásitos, a costa de los demás. Claro que podemos derrotarlos en buena y definitiva lid. Por eso existe Podemos. Porque las anteriores máquinas ya no nos sirven y porque nuestros paladines se han convertido en los del enemigo. ¡Ojalá las muchas buenas gentes que aún han votado y que aún militan en el PSOE no se desanimen! Siguen siendo imprescindibles. Vaya nuestro desprecio para quienes desde hoy ponen al servicio del PP los votos de tanta gente que los votó justo para lo opuesto. Vaya nuestro afecto para todos esos votantes, simpatizantes y militantes que hoy asisten, desolados, a semejante traición: Podemos será siempre la casa de cuantos aspiran a transformar la realidad. ¡Ánimo, amigos y amigas!

(*) Periodista, escritor y secretario general de Podemos Zamora