Hace unas semanas, en la sede socialista de Ferraz, hubo ruptura del consenso interno del PSOE, provocada por el golpe de estado chapucero, antidemocrático, de diecisiete "sargentos chusqueros dimisionarios". Estos, acompañados de varios barones territoriales y exdirigentes sociatas, al mando de Susana Díaz, la sultana socialista del Guadalquivir, derrocaron a su secretario general y candidato al Gobierno de España, Pedro Sánchez.

La sultana andaluza rompió en su día el pacto de progreso con IU y ahora gobierna con la nueva derecha, Ciudadanos, y no quiere ver ni en pintura a Podemos. ¿De qué nos extrañamos que ahora desee repetir una alianza parecida en el gobierno del país? Cada vez más, el nuevo PSOE se acerca a Ciudadanos y al PP. ¿Cómo se formó la gestora del PSOE? ¿Por consenso, por estatutos, por votos secretos, a mano alzada o en urnas manipuladas? ¿O por caciquismo e imposición del grupo crítico afín a Susana Díaz?

Ya era muy de noche y bastantes miembros del comité federal, hartos y/o decepcionados, se habían marchado de Ferraz. El propio presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, vetó a algunas federaciones y a varios miembros independientes. Y así se impusieron las huestes del susanato andaluz capitaneados por seis barones territoriales y unos pocos exdirigentes críticos, "antipedristas".

Javier Fernández a muchos les pareció en principio un buen gestor, neutral; veterano socialista con mucha experiencia en consensos y fregados de partido. Pero les ha salido el tiro por la culata. El presidente del Principado de Asturias es fiel a Susana Díaz, fiel a dar la abstención y la gobernabilidad al PP (desde el comienzo, e incluso antes de su nombramiento como presidente de la gestora). Ahora, J. Fernández duda cuando se descubren todas las triquiñuelas de corrupción del PP por el caso Gürtel. Y miles de militantes y votantes -y otros partidos de izquierda- acusan a la gestora presidida por J. Fernández y especialmente a su portavoz, M. Jiménez, de no tener las manos limpias si apoyan la investidura del candidato del PP. El asturiano casi se arrepiente ya de que le hayan sacado de su cómoda presidencia de Asturias.

Y encima, Javier Fernández afirma que van a dar la abstención a Rajoy buscando el bien del PSOE. Será por el bien de "su psoe", el de las puertas giratorias, el de reparto de cargos, de mamandurrias, de prebendas, como últimos coletazos del bipartidismo más caciquil. Le entregará al PP un cheque para la gobernabilidad por encima del bien del socialismo futuro y el de los ciudadanos españoles. Javier Fernández y su segundo de abordo en la gestora, M. Jiménez, no creen mucho en una "cultura plebiscitaria sino solo en la representativa". Les hastían las consultas y referéndums a las bases y simpatizantes. Consideran que "eso es populismo simplificador, y que esa no es la cultura del PSOE". "Eso de dar la voz a los militantes continuamente no encaja con el PSOE". No hay nada más que observar que Mario Jiménez, el portavoz de la gestora, es el "emir" favorito de Susana Díaz, su mano derecha.

Con estas afirmaciones J. Fernández y M. Jiménez defienden un PSOE anticuado, del bipartidismo, anclado en estructuras del pasado e ignorando la realidad socialista de sus militantes, simpatizantes y votantes. Pero a Javier Fernández y a Susana Díaz le han desbaratado los planes. Muchísimos socialistas no están de acuerdo con que la sultana de Andalucía domine el socialismo español, y que esté por encima de la legalidad estatutaria y abandone el concepto de una España federal.

Más de 700 alcaldes y casi 80.000 militantes socialistas exigen ya un congreso extraordinario mientras se empecinan en que son ellos, la gestora o el comité federal, el que decida. De momento, la gestora está maniobrando a todo meter para doblegar voluntades a los que siguen insistiendo en el "No a Rajoy".

Pero no tienen más solución que la democracia: convocar a todos los militantes a una consulta.

Albert Rivera, fiel fontanero desatascador del PP, aprendiz de sastre (por bajarse los pantalones con tantas concesiones a Rajoy), fue incapaz de decir sí a Pedro Sánchez en un más que posible pacto con Podemos y el PSOE. Esos Ciudadanos, que cacareaban continuamente que eran la nueva democracia, el centro regeneracionista, son ahora solo acérrimos aliados de los gürtelianos, para salvarles los trastos de la corrupción.

Pero la sultana del Guadalquivir y el nuevo jefe de Ferraz, Javier Fernández, le entregarán en bandeja de plata la ominosa abstención -técnica, vergonzante o pactada- al presidente pepero con más corrupción en un partido en la historia reciente de nuestro país. Las confesiones de Correa, y otros imputados, en el juicio de Gürtel, señalan a Rajoy, en aquellos años vicepresidente del Gobierno y secretario general del PP. Según Correa, se amañaron los contratos en la formación de la gaviota azul para cobrar comisiones en negro de entre el 2% y el 3%. Y Rajoy era responsable de campaña en los mítines, viajes y convenciones que organizaba Correa.

Ni la sultana Susana ni el nuevo jefe/gestor del PSOE quieren negociar nada sobre un gobierno alternativo, regeneracionista. Más bien, se niegan rotundamente a un pacto que tendría más votos que el PP, solo o con C´s, y más escaños en el Congreso de los Diputados. Y luego, estos nuevos dirigentes del PSOE, permitiendo la impunidad de la corrupción pepera, blanqueándola, querrán vivir del cuento de sus votantes socialistas vilipendiados y embaucados.