No sería la primera vez que leyendo la obra universal "Don Quijote de la Mancha" me encuentre con alusiones a Zamora, a nuestras cosas y a personajes de la historia zamorana. No en vano hay entusiastas defensores de los orígenes sanabreses de don Miguel de Cervantes Saavedra, autor del Quijote.

En la segunda parte de la obra cervantina, en el capítulo V, que trata de la discreta y graciosa plática que pasó entre Sancho Panza y su mujer Teresa Panza, y otros sucesos dignos de feliz recordación, leemos la llegada de Sancho a casa regocijado y alegre.

Al preguntarle su esposa cuáles eran los motivos de su alegría, Sancho se extendió en la descripción de la dicha que le esperaba cuando llegase a ser gobernador de la ínsula que le había prometido don Quijote. Le recuerda su mujer que tienen dos hijos a los que no debe olvidar, a Sanchico que tiene ya quince años y Mari Sancha a la que conviene dar un buen marido. Sancho responde que si llega a tener el alto gobierno a que aspira, casaría a Mari Sancha tan altamente que habrían de llamarla señora.

Después de discutir largamente sobre la categoría que habrían de dar a su hija, Sancho la quería convertir en dama de alta alcurnia y Teresa se conformaba con un marido más modesto; fue el momento en que Sancho Panza soltó la siguiente parrafada:

"Ven acá mentecata e ignorante -que así te puedo llamar, pues no entiendes mis razones y vas huyendo de la dicha- si yo dijera que mi hija se arrojara de una torre abajo, o que se fuera por esos mundos, como se quiso ir la infanta doña Urraca, tenías razón de no venir con mi gusto; pero si en dos paletas, y en menos de un abrir y cerrar de ojos, te la chanto un "don" y una "señoría" a cuestas, y te la saco de los rastrojos, y te la pongo en toldo y peana, y en un estrado de más almohadas de velludo que tuvieron moros en su linaje los almohades de Marruecos, ¿por qué no has de consentir y querer lo que yo quiero?".

Cuando Miguel de Cervantes cita aquí a la infanta doña Urraca, nos recuerda aquel romance en el que, la que sería reina de Zamora, se lamentaba ante su padre del reparto que pretendía hacer de la herencia:

"Morir vos queredes, padre, ¡San Miguel vos haya el alma! / Mandastes las vuestras tierras a quien se vos antojara; / diste a don Sancho Castilla, Castilla la bien nombrada, / a don Alfonso León con Asturias y Sanabria; / a don García Galicia con Portugal la preciada, / ¡Y a mí, porque soy mujer, dejaisme desheredada! / Irme he yo de tierra en tierra como una mujer errada; / mi lindo cuerpo daría a quien bien se me antojara, / a los moros por dinero y a los cristianos de gracia; / de lo que ganar pudiere, haré bien por vuestra alma".

Finalmente, vemos que cuando el padre de doña Urraca, Fernando I, oye los lamentos de su hija, le concede reinar en Zamora, Zamora la bien cercada. Sancho Panza también quiere lo mejor para su hija, pero eso sería cuando llegara a ser gobernador de la ínsula de Barataria.