La tradicional recepción de los reyes en el Palacio Real tras la celebración del desfile conmemorativo del 12 de octubre hizo posible que, más que en la parada militar, los políticos del PP y del PSOE, juntos y revueltos, tuviesen ocasión de cambiar impresiones de cara al futuro inmediato que se avecina. "Aquí hay amor, se nota" se le ocurrió decir a Revilla, el populista y chistoso presidente de Cantabria por tercera vez y sin haber ganado nunca unas elecciones. Porque por todo lo demás, y si bien el desenlace está claro, fijado, atado y bien atado, en el seno del partido roto siguen las discrepancias siendo muchos los que continúan preconizando el no al PP, y reuniendo firmas de militantes para que sean ellos lo que decidan, y pidiendo un congreso extraordinario. Y más después de conocerse las declaraciones de Correa en el caso Gürtel implicando al PP en el cobro de comisiones, corrupción inmensa sobre la cual la gestora socialista ha pasado de puntillas y sin abrir la boca.

Ni siquiera pronuncian la palabra abstención, al menos en público, aunque den por hecho que así va a suceder, y que solo falta dilucidar si el visto bueno a Rajoy se otorga en bloque o a través de solo once diputados socialistas, los votos abstencionistas que necesita el presidente en funciones. Lo que Fernández llama abstención técnica. El PP, mientras, sigue callado y es lo mejor que puede hacer. Rajoy no quiso hacer ningún comentario en la recepción real. Por su parte, el presidente de la gestora se limitó a manifestar cierta preocupación sobre todo después de que la presidenta de Baleares, decidida seguidora de Sánchez, se le enfrentara en una discusión a favor de un Gobierno alternativo. En cambio, la de siempre, Susana Díaz, se mostró sumamente locuaz evidenciando su ambición de llegar a Ferraz como líder nacional del partido. Otro que no se calló fue el tal García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, uno de los cabecillas del motín, arremetiendo contra el ex secretario general de quien daba por seguro que estaba formando Gobierno, en secreto, con Podemos y con los grupos independentistas. A la sazón, parece ahora que los barones están tratando de que el PNV se abstenga también para disimular y que la traición del PSOE a sus votantes no sea una cantada tan grande.

Queda pendiente la celebración del comité federal, que tendrá lugar, seguramente, el día 23, para aprobar la abstención socialista y en que forma se hace. Luego, el rey en los dos días siguientes, llamará a consulta a los líderes políticos y encargará a Rajoy formar Gobierno, esperando que la investidura pueda llevarse a cabo el 29 o el 30 de este mismo mes, pues el plazo se agota y de no hacerse así habría que convocar nuevas elecciones generales, esas que nadie quiere ya, aburridos y hartos todos, políticos y electores y que de beneficiar a algún partido sería al PP, porque todos los demás siguen claramente a la baja. Y ello pese a todas las manchas de corrupción que salpican cada día a los de Rajoy en los juicios que se están celebrando. La sociedad opta por lo malo conocido, de modo definitivo, ante la falta real de una alternativa mínimamente solvente. El cambio tendrá que esperar.