Confieso mi impotencia para entender a los "genios". Seguramente es cosa profesional. Llevo tantos años tratando con filósofos "corrientes", desde el mundo antiguo -sobre todo el griego- hasta los del mundo actual, que no soy capaz de entrar en estos pensamientos modernos y peritos en el progreso, que nos iluminan con sus "descubrimientos" fantásticos. Su espíritu profético me ofusca de tal manera que soy incapaz de razonar en su campo.

Destaca en estos días un señor, catalán por más señas, al que contemplé perorando en plan apocalíptico muy pocos días antes de que el señor Sánchez hiciera caso omiso a sus patéticas peticiones. Acudía a la intermediación de Dios para que el líder de su partido librara a él y a España de la tremenda calamidad personificada en don Mariano Rajoy. Aquello, a pesar de su tremendismo, era disculpable, como lo es la exageración en un orador que manifiesta las profundidades de su inescrutable pensamiento. Pero donde manifiesta (con talante sereno y reflexivo) su "acertado" pensamiento, es considerando de modo profético los resultados de adherirse a la abstención, si la adopta su partido.

Ya habrá entendido el lector que me refiero a don Miquel Iceta, secretario del PSC, es decir del Partido Socialista en Cataluña. El resultado de su razonamiento íntimo es una frase que suena a definitoria: "La abstención dejaría al PSOE muy tocado, inhabilitado y dividido". Aquí tengo que manifestar de nuevo mi confesión del principio: No entiendo lo que dice el señor Iceta. Mi apreciación de la presente situación del PSOE y de la alternativa reconocida: (abstención -total o parcial- del PSOE, o terceras elecciones) me hacen pensar que el señor Iceta manifiesta algo contrario a lo razonable. Tampoco es muy raro en una persona que, en alguna manera, se adhiere a la sinrazón catalana de la secesión de España hasta una independencia. Parece que la realidad nos lleva a lo contrario a los que no somos genios.

En primer lugar, el PSOE parece bastante tocado y dividido, sin necesidad que haya deshecho la incertidumbre reinante en el asunto de aceptar una abstención a que sea presidente del Gobierno de España don Mariano Rajoy. Basta mirar a la progresiva disminución de votos en las pasadas elecciones, por lo que se refiere a lo de tocado; y lo de dividido está tan cantado que, en eso mismo de la abstención, es muy diferente la postura del PSC, del PSOE Balear, de la oposición valenciana al Gobierno Central y algunos otros barones socialistas, por una parte, frente a los asturianos comandados por el señor Fernández (presidente de la gestora) y algunos otros presidentes de comunidades, militantes en el PSOE, en la parte contraria. Se ve, pues, al PSOE muy tocado y dividido, sin que esté unido en la postura de abstención para dejar investir como presidente del Gobierno a quien encabeza el partido más votado en las dos elecciones pasadas.

Pero lo que es más notorio es lo que, presumiblemente, ocurriría en la otra parte de la alternativa señalada: en unas terceras elecciones. Es suficiente ver lo que ocurrió en las dos elecciones celebradas, una el 20 de diciembre de 2015 y la otra el 26 de junio de 2016: en la primera, el PSOE obtuvo 90 diputados en el Congreso; en la segunda, perdió 5 escaños y se quedó en 85. Si la trayectoria comprobada se viera agravada con la convicción que existe de que el PSOE es el causante del desastre que afecta a España, motivado por la ausencia de un Gobierno fijo durante un año completo, ¿a dónde llegaría el PSOE en el espantoso declive? Con toda sinceridad y basado en este razonamiento nada genial, creo que el PSOE quedaría mucho más "tocado" y su división lo dejaría "pulverizado". ¡Qué lástima, señor Iceta, para la democracia en esta España, de la que ustedes (algunos políticos, acompañados por una minoría de los ciudadanos catalanes) quieren separarse! Lo lamentaríamos todos los que, no perteneciendo a ningún partido, o siendo militantes de alguno, estimamos que el PSOE -un partido que tanto ha significado en los cuarenta años del actual régimen español- es un partido imprescindible en una democracia seria; y sus votantes no deben irse a otros partidos, cuya aspiración es beneficiarse de la anulación del otrora gobernante Partido Socialista Español.