Hoy no es solo el día de la Fiesta Nacional, esa de la que apostatan aquellos que apostatan de todo por el hecho de hacerle daño a España y a los españoles y desafiar a las más altas instituciones. Como cada 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, hoy es también el día de la Guardia Civil, el Cuerpo más querido por la ciudadanía española y por lo tanto el día más celebrado en su honor. La "Pilarica" también se conmemora, con sencillez, sí, pero también con la dignidad precisa y el calor que le prestan no solo las autoridades, también los ciudadanos y cuantos queremos y valoramos el trabajo ímprobo de esta honorable institución.

La Guardia Civil tiene el don de hacer fácil lo realmente difícil. La Guardia Civil tiene el preciado don de la ubicuidad. Están por tierra, mar y aire velando por la seguridad de los ciudadanos y no solo de los núcleos urbanos más grandes, también de los otros más pequeños que se asientan en el medio rural. De la Guardia Civil hay que destacar su permanente disposición al servicio, por duro y difícil que sea; su respuesta rápida y eficaz cuando las circunstancias lo requieren, a veces en el medio más adverso y sin necesidad de recluta. Lo llevan en el ADN. La Guardia Civil no se anda por las ramas cuando se precisa su servicio o actuaciones puntuales, con la particularidad de que están preparados para aportar soluciones.

La historia de la Guardia Civil se escribe en clave de servicio permanente pero también de grandes y pequeños éxitos profesionales que dan fe de su disposición, de su trayectoria ejemplar. De su importancia en Zamora hablan infinidad de servicios que no pueden ni deben pasar desapercibidos. Choca que cuando en esta tierra se dan premios de cierta importancia y no precisamente en lo económico, pero sí en lo social, nunca se haya tenido en cuenta a estos convecinos nuestros, a los habitantes de esa casa enorme situada en la calle de Fray Toribio de Motolinia. Ellos y ellas, y sus familias a las que por nada del mundo quiero olvidar, sí que son zamoranos ilustres, independientemente de su origen, miembros de una entidad local comprometida con la seguridad rural, son parte del patrimonio de esta ciudad y provincia, los mejores embajadores, los más solidarios y los más deportistas en su día a día pero también gracias a esa carrera que convocan anualmente con fines solidarios. Además son los mejores zamoranos, no del año, sino de todos los años.

Nuestra tranquilidad y nuestro bienestar están asegurados gracias al servicio de los hombres y mujeres del Benemérito Instituto, los más queridos y respetados, independientemente de que siempre pululan por ahí, especialmente por las redes, gente de poca monta y muy mala leche que nunca reconocen el trabajo bien hecho, que no valoran aquello que realmente tiene valor y que despotrican por todo. Pero esos no cuentan frente a la mayoría ciudadana que hoy, a buen seguro, tendrá un recuerdo, por pequeño que sea, para la Guardia Civil. A todos los que habitan en Zamora, en el medio rural y en el urbano, mi felicitación más entrañable. Al teniente coronel Antonio Rodríguez-Medel Nieto, mi reconocimiento a su labor y mi enhorabuena por su más que próximo ascenso con el deseo de que todo le vaya de perlas en su nuevo destino. Y que hoy y siempre ¡viva honrada la Guardia Civil!