Mientras en Zamora el secretario provincial del PSOE, Antonio Plaza, sorprendía a propios -y a extraños- votando a favor de lo que significaba de hecho la destitución de Pedro Sánchez, que ya había anunciado previamente su dimisión en el caso de que no fuesen aprobadas sus propuestas de celebrar elecciones primarias y un congreso extraordinario, y ello después de haberse tomado entre los socialistas regionales la decisión de apoyar sin fisuras a quien era todavía el secretario general del partido, ahora, en Valladolid, su alcalde, Óscar Puente, ha salido al paso del derrumbe originado por la facción crítica y que algún día habrá de responder del daño hecho al PSOE, y ha arremetido contra Felipe González, con sorna, a quien se considera inspirador del golpe de mano para permitir que gobierne el PP, a la vez que exige lo mismo que Sánchez: un congreso extraordinario en el que sean los militantes los que decidan si hay que abstenerse en una investidura de Rajoy o si hay que continuar con el "no es no" y que expliquen qué parte del no es la que no entienden. Y ha precisado Puente que su meta política es Valladolid y que no tienen ninguna otra ambición fuera de la capital de Castilla y León.

Al González que tanto se ha destacado en favor de la abstención para dejar seguir en el poder a Rajoy, le pide a Puente, que ya que le gusta tanto difundir las confidencias que le hacen, en referencia a cuando declaró que Sánchez le había prometido en julio que se iba a abstener, haga el favor el expresidente de dar a conocer los planes que maneja la gestora del PSOE de cara a la investidura de Rajoy para que los socialistas y los electores sepan a qué atenerse. Que diga, en fin, si va a haber abstención para entregar el Gobierno al PP, como todo el mundo sabe que va a ocurrir, con acuerdos previos o no, que parece que va a ser que sí. Rajoy y los suyos niegan ahora que pongan condiciones de gobernabilidad, pero no va a ser así pues habrá letra pequeña en el acuerdo, y si el PSOE se abstiene se habrá completado la rendición incondicional. Por eso, se está canalizando un movimiento, que cuenta ya con unas 50.000 firmas de militantes socialistas para que la decisión sobre el asunto sea tomada en un congreso extraordinario y no solo por la gestora y los barones que se han hecho cargo de un partido histórico que en su giro suicida va a tardar mucho en levantar cabeza. Porque, además, la razón que se está haciendo circular ahora para justificar el motín es que Sánchez tenía firmados pactos con Podemos y los partidos nacionalistas e independentistas, algo del todo falso, aunque hubiese contactos.

Pero parece que en la tambaleante y débil cúpula socialista provisional, pocas o ninguna duda se detectan en cuanto a la postura a tomar pues lo que la mayoría desea es acabar con este marrón a base de una abstención, no ideológica, dicen, sino táctica, rizando el rizo del esperpento político. Varios de los diputados de Sánchez ya han afirmado públicamente que votarán no a Rajoy, mande lo que mande la gestora. La crisis es muy honda y puede que cada día se vaya haciendo más profunda. A la espera, Rajoy se frota las manos, y Rivera, el de Ciudadanos, se ofrece para lo que sea.