Así describen Zamora infinidad de ciudadanos e incluso de visitantes. Una ciudad con el potencial que tiene la nuestra y está echadita a perder. Nunca hubo tantas pintadas. Nunca hubo tanta suciedad. Nunca los jardines presentaron el estado de abandono actual. Nunca como hasta ahora se había dejado de regar las calles. Nunca la limpieza brilló por su ausencia como ahora. Una de las cosas que más me gusta es que los ciudadanos me aborden por la calle para contarme sus cuitas colectivas porque me dan pie para el diario ejercicio de asomarme a esta ventana de papel. Pues bien, la cuita más generalizada es, precisamente esta, la del aspecto que ofrece Zamora, la del abandono.

No es un invento mío cuando cuento que hay una profesora que se dedica a regar todas las mañanas bien temprano los jardines situados frente al negocio de su hija, tratando de revitalizar las plantas que anuncian su ocaso. No es un invento mío cuando veo a propietarios de establecimientos baldear con cubos de agua las puertas de sus negocios alfombradas de excrementos de golondrinas y palomas. No es un invento mío cuando veo barrer las aceras a propietarios de inmuebles.

La verdad tiene el camino más recto que no es otro que el de reconocer la situación tan lamentable por la que atraviesa fundamentalmente el centro de Zamora. Oiga, que yo quiero que se atienda igual a los barrios periféricos que a los del centro, pero a todos igual. Sin escaqueos en función de la ideología. Aquí, en cuanto dices algo que no conviene a los oídos de los que mandan te tachan de una cosa o de la contraria, dependiendo del marchamo político del que manda. Si yo digo que en la etapa de Valdeón también se desatendieron estas cuestiones, me "cangilonean" a críticas y además me atribuyen agradecimientos que no existen. Si digo que en la etapa Guarido se desatienden estas cuestiones, me tildan de "fachorra asquerosa" y, hala, me tengo que quedar con ello. Los que comparten opinión no suelen manifestarse pero, ojo, son mayoría con respecto a los tres o cuatro opinadores que, diga lo que diga, ellos se oponen siempre. Son los eternos opositores que nunca se sabe si van o vienen, ¡Jesús, pobrecitos! Lo que hay que hacer es reconocer la situación. Y no hay más que echar un vistazo para percatarse de la realidad. La gente está cabreada, con razón, pero esos cabreos no llegan a los mandamases. Corresponde hablar de las calles. De los olores que algunas de ellas despiden. No sé en la periferia, pero en el centro es penoso. Encima hay que hablar del asunto de las pintadas. Ya no caben más. Hay que distinguir entre pintada y grafiti. Bienvenidos sean estos últimos que no dejan de ser pequeñas o grandes obras de arte. Quiero muchos Banksy zamoranos, pero que hagan algo de una puñetera vez con los pintamonas que han embadurnado la ciudad.