Vuelve a ofrecer la Junta de Castilla y León una muestra más, la enésima, de su acendrado amor por la provincia de Zamora, al dejarla prácticamente fuera, según el proyecto presentado en Bruselas hace pocos días, de ese llamado Corredor Atlántico que unirá la región con el norte y centro de Portugal pasando luego por Galicia y Asturias para integrarse en el plan Conectar Europa a través del transporte terrestre. Algo que no es nuevo, ni mucho menos, que data de años atrás, y que ya fue vendido en ocasiones, por las autoridades de turno, como una palanca importante para el desarrollo zamorano. Si bien hasta mayo del presente año no quedó aprobado el proyecto.

La sorpresa, aunque no tanta conociendo las relaciones que se mantienen con el Gobierno regional, ha sido que, en el plan presentado, prácticamente la participación de la provincia no aparece para nada. Solo en una ocasión, al referirse en concreto a una línea de mercancías Medina-Zamora-Orense, en la que figura como lugar de paso más que otra cosa. Pero ahí se acabó todo, porque entre el fárrago tecnócrata de infraestructuras nodales, intermodales, lineales y capilares, no aparecen ninguna de las importantes expectativas con que se ha venido jugando, especialmente los centros logísticos de Benavente y la capital con sus áreas de influencia. Es que ni se les menciona, dejando Zamora de nuevo a su suerte, a su mala suerte, o a la manifiesta incapacidad de los políticos que la representan.

No deja de aumentar la deuda histórica que la Junta nunca pagará, por más que luego vengan en elecciones a pedir el voto y encima se les vote. Porque la exclusión de este proyecto, aunque algún parche de última hora puede que incluyan al final si alguien de la oposición levanta la voz lo suficiente -y ello si es que el proyecto sigue adelante, que esa es otra historia, y en todo caso muy a largo plazo- lo que viene a suponer, en resumidas cuentas, es que Zamora quedará excluida de los futuros fondos que la Unión Europea destinará al plan. Mientras, otras provincias, puede que más afortunadas geográficamente y mejor tratadas de siempre por la Junta, serán las beneficiadas, caso de las inevitables Valladolid y Burgos a las que se une esta vez Salamanca por su conexión con la frontera portuguesa.

Una vez más, se pone de manifiesto el escaso o nulo peso específico que Zamora representa en cuanto a las relaciones con el vecino país luso y como corredor hacia las vías europeas. Salamanca y Galicia siguen siendo los pasos tradicionales del transporte desde Portugal y sus enlaces más habituales y utilizados. El hecho de que en la capital zamorana se ubique el tristemente famoso Instituto Hispano-Luso, por el que tantas campanas se lanzaron al vuelo, continúa sin servir para nada práctico, pese a lo que cuesta su mantenimiento, con una actividad que se limita a dos recitales de fados al año y la celebración de algunos eventos esporádicos. Los proyectos pendientes de cooperación se quedan siempre en eso, en proyectos que se van acumulando, y a ellos se suma ese Corredor Atlántico, cerrado para Zamora, que resultaba muy prometedor pero por el que parece que no se acabará pasando.