Curioso este país nuestro. Hace tan solo unos meses se produjo el fenómeno presuntamente histórico de un "giro hacia el cambio", que incluía el surgimiento de un multipartidismo ilusionante.

Pues bien; tras acontecimientos tales como un gobierno permanentemente provisional (oxímoron). Peleas sin cuartel entre uno y otro de los nuevos bandos. Ofertas fallidas de pacto al mejor postor por parte de uno de los protagonistas del supuesto cambio con uno y otro de los supervivientes del antiguo régimen. Y conflictos sin resolver por el protagonismo en el seno del otro partido que iba a traernos un nuevo amanecer y otra forma de actuar en favor de la "gente".

Resumiendo, llegamos en estos días a la tormenta perfecta. Uno de los "nuevos", que sin tal vez quererlo, o ¿adrede?, está a punto de liquidar en la izquierda a uno de los "viejos". Mientras el otro, cual capitán araña desde su atalaya de un presunto centro derecha, asiste impertérrito al desastre provocado.

Lejos de mí cantar las alabanzas de un régimen bipartidista que bien que mal nos ha traído hasta aquí, tras el prodigio de la ahora denostada Transición.

Pero, como dice el sabio refrán castellano, "¿para este final de trayecto necesitábamos semejantes alforjas?".

¿Bipartidismo? ¿Multipartidismo?

Lo malo conocido, o lo deteriorado nada más brotar, por conocer...?

Que el sabio lector elija su opción menos dañina.

Y ahí me quedo. Que diría docto periodista.

Jesús Pertejo