Por mucho que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, saque pecho en las "cumbres" internacionales y ante los líderes de otros países hispanos, arrogándose las inexistentes bondades de Venezuela, el país caribeño está en las últimas. Sus ciudades empiezan a deteriorarse como un día se deterioraron las de Cuba, empiezan a desmoronarse como un día se desmoronaron las de Cuba, empiezan a adquirir una pátina de abandono como un día lo adquirieron las de Cuba.

Siendo malo el aspecto que presentan, lo peor es la precariedad en la que viven sus habitantes. Trabajadores que ganan unos 30 dólares de sueldo cuando la cesta de la compra básica vale unos 300 dólares. No tienen ni para el pan nuestro de cada día. Pero es que ese pan tampoco se fabrica y la gente pasa hambre en un país rico de solemnidad cuyos últimos presidentes no han sabido gestionar los recursos que generosamente les ha regalado la madre naturaleza.

La última polémica acaba de saltar a la palestra. Recién nacidos de un hospital en la ciudad venezolana de Barcelona, del estado de Anzoátegui, pasan sus primeras horas de vida en cajas de cartón a falta de cunas hospitalarias. Hay una foto que ilustra lo que aquí y digo y que ha corrido como la pólvora por las redacciones de periódicos y televisiones. Da verdadera pena ver a los recién nacidos en cajas de embalaje, hasta un número de seis bebés de ambos sexos. Lógicamente, el hospital de marras no ha perdido el tiempo en contrarrestar con otras fotos que, vaya usted a saber su procedencia, donde se aprecian a otros bebés ocupando las correspondientes cunitas hospitalarias.

La denuncia ha quedado hecha. El régimen puede decir ahora lo que más le convenga a su imagen que no es la mejor. Sus valedores en España, la familia Podemos, estoy por apostar que justificarán las imágenes. Los veo muy capaces de decir que se trata de un ejemplo a seguir de reciclaje sostenible de cajas de cartón. Tanto denunciar a la Sanidad pública española, tanto hablar de recortes sanitarios, tanto meterse con ella, tanto echar pestes de un sistema que, con sus virtudes y sus defectos, funciona, convirtiéndose en un ejemplo a seguir y, sin embargo, unos cuantos quieren llevarnos a situaciones iguales o parecidas a las que se sufren en Venezuela.

Mucho despotricar, mucho criticar a España y, ya ve usted, cuando miramos allende, comprobamos horrorizados que hay otros, muchos, que lo están pasando peor. Cuantísimos venezolanos conozco que quisieran para ellos nuestra situación de crisis económica. Miedo me dan todos estos que tienen como ejemplos a líderes que no conocen el valor de la democracia, y a países donde los verdaderos recortes se producen en lo elemental, en las libertades, la educación, el estado de bienestar. Una pena. Nadie ataca al hospital y a los profesionales que lo sacan adelante, pero sí a un régimen que presume de lo que no es, a un régimen que de vez en cuando se lava la cara y vende una imagen irreal al conjunto del mundo.

Venezuela está en las últimas. Venezuela sufre un importante deterioro de la calidad de vida. Los afectos al régimen chavista ni se enteran, la peor parte se la está llevando la práctica totalidad de la sociedad venezolana.