Los accidentes de carretera están a la orden del día. A veces no es fácil librarse del percance por pequeño que sea. A los líderes y no tan líderes políticos, de vez en cuando y aun de cuando en vez, también les toca esa china, por ellos mismos o porque otros lo provocan. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, también se ha sumado a la lista tras sufrir un accidente de tráfico al colisionar su coche oficial con una rueda de camión mientras realizaba su habitual trayecto entre Gerona y Barcelona por la autopista AP-7. Afortunadamente sucedió en una autopista y no en una carretera secundaria en la que, posiblemente, las consecuencias hubieran sido peores.

Al fin y al cabo el automóvil es el que ha salido mal parado pero no así los viajeros que lo ocupaban. Esta gente, cuando viaja en coche oficial, van seguidos muy de cerca por otro vehículo con sus escoltas. El habilidoso chófer de Puigdemont, a pesar del golpe, pudo continuar circulando hasta un área de servicio y, una vez allí, el presidente catalán se cambió de vehículo viajando en el coche de los escoltas. Todo quedó en un susto, ya digo, afortunadamente. Pero la noticia no está en el percance sufrido por el coche oficial de este señor.

La noticia puede que surja a partir de ahora, cuando alguien de la Generalitat, de la antigua Convergencia, de Mas a Homs, pasando por gentes como Tardá y compañía, den en pensar y lleguen a la conclusión de que se ha tratado de un atentado por parte de España y que como siempre "Madrit" tiene la culpa.

La verdad es que no quiero dar pistas porque con esta gente hay que andarse con mucho cuidado. Se han empeñado, para convencer a los habitantes de su feudo, en decir que España sufre un exceso de catalanofobia y no saben apuntar otra cosa. Pues, ni exceso ni defecto. No hay que confundir de forma tan descarada a la sociedad catalana. Lo que sí hay es un hartazgo nacional de tanto escuchar decir gilipolleces a los de siempre, los que se han creído el rollo que ellos mismos se han inventado bombardeándonos constantemente con lo mismo.

Han confundido el hartazgo con otra cosa y siguen empeñados en esas majaderías con las que pretenden el quórum necesario para iniciar la andadura en solitario hacia ninguna parte. Miedo me da que quien encarna a la perfección el estereotipo victimista del catalanismo, es decir Arturo Mas, dé en pensar y llegue a la conclusión de que, efectivamente, ha podido tratarse de un atentando. Luego querrán enredar a los vascos, advirtiéndoles de que los siguientes serán ellos, y entre todos, aupados por las mareas que marean de lo lindo, acabarán viendo fantasmas donde no los hay. Y, a la postre, ya verá cómo, en realidad, la culpa fue del chachachá. Mientras no sea de "Madrit" (España), bien va la cosa.