La mayoría de las sociedades actuales de los países desarrollados están enfermas. Una de las dolencias más comunes en todas ellas es la depresión, y la causa más directa, aparte de los problemas de cada uno, es la soledad. Y me sorprende cuando me encuentro seres humanos que, tras pasar por verdaderos calvarios personales, debido a enfermedades graves o accidentes, se regeneran y dejan aflorar una fuerza desconocida, que los convierte en seres totalmente diferentes, llenos de energía y entusiasmo por la vida.

He estado viendo alguna de las pruebas de los Juegos Paralímpicos y me quedo admirada al comprobar que muchos de los que han sufrido una grave crisis personal tras un accidente, y largos meses de agonía y de haber tirado la toalla, se recuperan y renuevan por dentro, dejando aflorar su auténtica naturaleza, en realidad lo que son, verdaderos héroes y ejemplos a seguir.

Me ha llamado mucho la atención la figura del ciclista Juanjo Méndez, quien tras sufrir un accidente de moto y haber perdido una pierna y parte de un brazo y una mano, ha participado en 16 campeonatos mundiales y lleva ganadas ya 3 medallas paraolímpicas.

Él dice que perdió parte de su cuerpo, pero que nunca podrán arrebatarle su sonrisa. Es una buena frase para reiniciar el camino de la vida. Empezó a practicar el ciclismo cuando tenía 14 años y a raíz de un accidente de moto cuando tenía 28 años, en 1992, en el que se le arrancó un brazo de cuajo y tras el cual tuvieron que amputarle una pierna, lo dejó. Lo dieron por muerto y hasta le echaron una manta por encima en la carretera y gracias a que un guardia civil se fijó en él, y vio que se movía, lo pudieron salvar, a pesar de que llegó al hospital en Sabadell clínicamente muerto. Luego vivió momentos de desesperación, dolor, calmantes y, al final del túnel oscuro donde se había metido, los de aceptación y superación. Aprendió a romper las barreras mentales que lo frenaban para la acción. Y un día haciendo caso a su actual preparador, Bernard Moreno, volvió a subirse con mucho esfuerzo y trabajo a una bici, y aquello fue su salvación. Ahora además de ser un gran campeón y un excelente ser humano, ayuda a otras personas con su mismo problema, se siente útil, solidario, cercano a los otros y feliz. Ha recorrido el mundo y se ha subido al podio de la vida.

Para llegar hasta aquí y poseer una fortaleza mental a prueba de bombas, ha debido hacer un esfuerzo muy superior al de los demás, pero siempre que participa en una prueba piensa "voy a por todas", y así debe ser en cada momento de nuestra existencia, hay que ir a por todas.

Hay muchas otras personas que en su misma situación realizan proezas que los que parece que están enteros ni se atreverían a pensarlas.

Por poner algunos ejemplos más, recuerdo a otro gran ciclista, al que le faltan también una pierna y un brazo y que asciende a las cumbres más altas de Europa como el que va a comprar pan a la vuelta de la esquina y al que sigo con admiración, Christian Haettich. Él también afirma que el ciclismo le da felicidad, le quita discapacidad y le ayuda a seguir adelante y que, a pesar de hacer un gran esfuerzo, la bici es su inspiración.

Y si quieren ver una película maravillosa, está en Youtube a disposición de todos, no dejen de hacerlo, se trata de una historia real, la del escritor irlandés Christy Brown, que nació en 1932 con parálisis cerebral y murió en 1981, y se titula: "Mi pie izquierdo". Está basada en su autobiografía. Fue su madre la que desde su nacimiento lo trató como a uno más de sus hermanos, pero exigiéndole el doble, porque quería prepararlo para la vida, hizo que le habilitaran una especie de carrito donde lo llevaban a jugar a la calle con todos los chicos del barrio, en un suburbio en Dublín, donde nada era fácil. Además de escritor fue también pintor.

Daniel Day Lewis está soberbio dando vida al protagonista y se convierte en un auténtico paralítico que solo puede mover su pie izquierdo y arrastrarse por el suelo. Tanto él como Brenda Fricker, que hace el papel de la madre, obtuvieron un Óscar en 1989 a los mejores actores, además de otras nominaciones, a la mejor película, al mejor director y al mejor guion adaptado,

Gandhi pensaba que "Una persona usualmente se convierte en aquello que él cree que es. Si yo sigo diciéndome a mí mismo que no puedo hacer algo, es posible que yo termine siendo incapaz de hacerlo. Por el contrario, si yo tengo la creencia de que puedo hacerlo, con seguridad adquiriré la capacidad de realizarlo, aunque no la haya tenido al principio".

Claro que la fortaleza mental hay que aprender a forjarla desde la infancia, pero también se puede conseguir en cualquier momento.

El principal escollo a vencer para hacernos más fuertes es la aceptación de todo lo que nos ocurre, sin oponer resistencia. Si la energía que perdemos en cabrearnos y protestar por lo que nos ocurre, la ponemos al servicio de la comprensión de los problemas que se nos crean a cada paso, obtendremos resultados espectaculares. A eso se le llama madurez. No mezclemos a las piedras del camino con lo que nos ocurre, solo los obstáculos son obstáculos y el camino es el camino.

Somos impermanencia pura, y la vida nos sorprende a cada paso con situaciones que no nos gustan pero, lo queramos o no, debemos aceptar los cambios.

No pongamos nuestras expectativas en cuestiones físicas solamente, son aquellas de carácter espiritual, por ejemplo, la solidaridad, las que a la larga ofrecen mayor grado de sensación de bienestar.

Hay que intentar ser realistas y ver la botella, no medio llena, tampoco medio vacía, sino con el líquido que contenga, hemos de ver el mundo no como somos, sino como es.

Lo fundamental, que por haberlo repetido en numerosas ocasiones se nos olvida continuamente, es situarnos en el presente, no pensemos en el pasado, que es una mochila pesada que no nos deja caminar, y no existe, ni en el futuro que inventa nuestra mente a cada instante, aprendamos a saborear los instantes de nuestra vida presente.

Quererse y respetarse a uno mucho, porque si no te quieres tú, nada podrás ofrecer a los demás.

Y es muy importante dejar un tiempo a lo largo del día para nosotros, para pensar, reflexionar y luego, sumergirnos en el silencio.

El gran pensador hindú Krishnamurti, quien analizó cómo hacer crecer la positividad en las sociedades avanzadas, nos dio también la clave para conseguir esa fortaleza de la que estamos tan necesitados, que consistía en el alejamiento del ruido y en todo aquello que nos parezca insustancial: "Cuando la mente está completamente silenciosa, lo desconocido, lo inconmensurable puede revelarse".

Los que estamos enteros, ¿podemos afirmar que nos sentimos privilegiados, a pesar de no poseer discapacidades físicas que mermarían nuestra existencia? ¿A qué estamos esperando?