Por los años en que esta hermosa canción, interpretada magistralmente por Ana Belén, triunfaba en España, estaba un servidor en Madrid. Perdonen lo de servidor, que suena antiguo. Hice mi trabajo con la idea de servicio y no tengo motivos de arrepentirme.

Aunque suene a petulancia creo que serví a la Educación de los niños. Mi preocupación más allá de procedimientos o técnicas formativas era la de comprobar que mis alumnos vinieran a clase con el gozo de aprender. Solo me atenazaba un temor: el quemarles esa ilusión antes de tiempo.

Por entonces, decía, sonaba la canción que da título a este artículo y, hoy, explicación a nuestra congoja de ciudadanos sin Gobierno: "Reseca historia que nos abraza".

Estaremos de acuerdo que fue profética. -"La pena deja plomo en las alas"-.

Pero daré datos de un hecho, en mi biografía docente, como si de una premonición, para los tiempos de hoy, se tratara:

La inspectora, doña Concepción ( nombre ficticio) nos escuchó pacientemente en el Claustro pues ya antes le habían llegado noticias de nuestras desavenencias. Ella era joven, más o menos como nosotros, pero con la sensatez de no manifestarse a favor de ninguno de los bandos, aunque el equipo directivo capitanease uno de ellos.

Le vino la oportunidad, o quizá la buscó, de dar un veredicto ecuánime, en la tensa situación, a raíz de entrar nuestro Centro, por sorteo (?) en el Plan Nacional de Evaluación que se iba a llevar a cabo.

Así pues, doña Concha, nos explicó que el Colegio Público iba a ser "auditado" en profundidad y nosotros éramos parte del muestreo. El proceso evaluativo externo incluía entrevistas y encuestas con padres y alumnado así como datos tomados informalmente "a pie de patio". Incluía también sondeos de rendimiento académico y competencia profesional, así como otras variables propias del plan descrito.

Las conclusiones, después de un mes largo de vaciado y procesado de datos, serían comunicados por la inspectora al Claustro y al Consejo Escolar:

"Los resultados que el Colegio Público "X" arroja tras la aplicación del Plan de Evaluación en el que ha participado, son en general muy positivos, constatándose en el alumnado altos niveles de satisfacción en su trabajo y en el desempeñado por sus profesoras y profesores. Dicha línea positiva se extiende a la visión de los padres y al grado de participación que se les ofrece y desempeñan. Asimismo, se comprueba la buena integración del Centro Educativo en el barrio y la colaboración que ejecuta en actividades extraescolares ofrecidas por la Concejalía de Educación y organismos e instituciones de carácter formativo de la Comunidad".

-Hasta aquí basta leer, resumió doña Concha). El informe completo y detallado podéis leerlo despacio. Dejo copia en la Secretaría. Pero a la vista de los buenos datos que revela el centro sigo sin entender vuestras luchas internas.

"... Que casi siempre acaban en nada".

Vuestra enemistad declarada que me llega en forma de quejas y amago de denuncias.

"¿Quién puso el desasosiego en nuestras entrañas?".

Estáis jugando con fuego y de momento tenéis suerte que solo huele a chamusquina en el Claustro. El Colegio se está librando, de milagro, de vuestro infantil comportamiento en rencillas internas, en intrigas de salón que a nadie benefician.

"Quererte tanto me cuesta nada".

Os salva, a la vista del informe, que algo de profesionalidad os queda y poco transciende vuestro malestar interno.

"Navaja, barro, clavel, espada".

Nuestros niños no merecen el tufo de vuestros desacuerdos. Estáis queriendo escribir una tragedia sin argumento. Mejor que tiréis la pluma antes de que os salga un sainete.

"De olor a incienso, de cal y caña".

Ponéos las pilas. Mirad con sosiego al compañero; sin ira a la colega disidente.

Y a los niños, que aún os saludan en la calle porque es "mi maestra", no los defraudéis el honor que os hacen desde su cariñosa espontaneidad.

Sed Maestros con esa mayúscula que os obsesiona en la Ortografía.

Y aquí paz y después gloria.

Sobran las palabras gastadas. Daos gestos para no desacreditar los buenos datos de la evaluación que milagrosamente os redime.

Pero no olvidéis -"aquí me tienes, nadie me manda"- que solo se muere una vez.

Y no me llaméis si no es para invitarme a una cena con todos, sin convidados de piedra... Parafraseo las palabras de la inspectora, porque me tocó levantar acta y mi memoria, por entonces, era una moneda sin devaluación.

Decía el profesor Mercader que la historia del universo se puede leer en dos gotas de agua. Qué pena que doña Concha hoy no sea diputada.

"España, camisa blanca...".