Una mujer de la ciudad rusa de Vyazemsky entregó a su hija de diez años a un violador a cambio de una botella de vodka y 100 rublos, poco más de un euro. La pequeña fue hallada caminando por la calle, enajenada, llorando y con las piernas ensangrentadas. A un hombre que acudió en su ayuda le confesó que había sido violada. La madre admitió a la Policía sin ningún rubor lo que había hecho, y de hecho estuvo presente en la violación.