Zamora está a punto de cerrar un verano histórico en lo que a cifras de turistas se refiere. Sin duda, el mejor año desde el inicio de la crisis, con más de 46.000 visitantes solo en el mes de julio y el mayor incremento de toda Castilla y León, nada menos que un 24% más que hace un año al inicio de la temporada alta. Todo indica que agosto marcará la misma tendencia si se tienen en cuenta los datos ofrecidos por la Oficina de Turismo de Puebla de Sanabria. Durante el mes de agosto más de 10.000 personas han pasado por el Castillo enseña de la villa, a su vez cabeza de la comarca que sin duda acapara la mayor parte del turismo interior en la provincia y también en la región.

Los datos de afluencia turística a la provincia de Zamora, según las propias estadísticas de la Junta de Castilla y León, evidencian las enormes posibilidades que encierra para el desarrollo económico de un territorio privilegiado en cuanto a recursos naturales y patrimonio cultural. Sin duda ha ayudado a ese crecimiento la exposición de Las Edades del Hombre en Toro donde también se han roto todos los récords, aunque la repercusión en alojamientos en las zonas de influencia, como la capital, ha sido menor de la esperada, a decir de los hosteleros. Ello indica la necesidad de ahondar en políticas de turismo que diseñen paquetes especiales que descubran a la provincia como un todo, donde es posible aunar el relax de sus privilegiadas zonas naturales, de Sanabria a los Arribes, Villafáfila, la sierra de la Culebra, espacios Reserva de la Biosfera, con las posibilidades culturales que ofrece no solo su patrimonio histórico artístico. Programaciones como el Domo Musical en la Catedral de Zamora, que podría considerarse una digna secuela del extraordinario Pórtico en primavera, conciertos con artistas de la talla de Miguel Poveda, Ainhoa Arteta, Ara Malikian, han contribuido a dar a conocer Zamora y Toro a miles de personas de otras provincias y países. Hay que perseverar para que ese afán de descubrimiento se extienda.

Porque existen aún retos que asumir para que el sector turístico se consolide como fuente de generación estable de riqueza y no un mero hecho coyuntural ligado a una estación del año, tal y como intenta el Patronato de Turismo de la Diputación. El objetivo principal sigue siendo aumentar la estancia media de los visitantes, que apenas supera el día y medio de permanencia, un poco por debajo de la media de Castilla y León, lo que viene a demostrar que Zamora se mantiene más como lugar de paso que como destino. Y tenemos atractivos suficientes para serlo incluso fuera de acontecimientos puntuales como la Semana Santa. El legado monumental exige una puesta al día en promoción y señalizaciones que ensalcen los indiscutibles valores de la Ruta Arqueológica de los Valles del Tera, con el campamento de Petavonium y la villa romana de Camarzana. Este viernes se daban a conocer excelentes noticias que afectaban a estas últimas, con la puesta en marcha de la rehabilitación de ambos por parte de la Junta. Pero hay que insistir más en, por ejemplo, la promoción de los restos de Santa María de Moreruela, escenario espléndido, sin duda, para que entidades privadas y públicas pudieran desarrollar un programa cultural de empaque, a la altura de festivales consolidados a nivel internacional.

Esos atractivos, junto a la gastronomía con una calidad fuera de duda, pero que hay que cuidar, son los que hacen que el turismo de interior crezca y que se eleven las tasas de ocupación no solo de hoteles convencionales, sino del cada vez más apreciado turismo rural. Más de 6.000 personas eligieron este tipo de alojamiento durante el mes de julio, en busca de paisajes y actividades que hagan olvidar el estrés de la rutina urbana. El sector aguarda, igualmente, con buenas expectativas, los primeros meses del otoño con atractivos ligados a la naturaleza como la berrea o la micología.

Y en este punto toca abordar otra cuestión espinosa, pero igualmente decisiva para el futuro del turismo. Zamora tiene que saber también qué tipo de turismo quiere y debe prestar atención a lo que dictan las exigencias de los miles de personas que nos visitan. El turista de interior huye de las masificaciones. Para ser una potencia turística no hace falta tomar como modelo las atestadas playas de Levante o del sur. La singularidad de los espacios naturales zamoranos es, precisamente, su seña de identidad, un equilibrio fácil de desestabilizar con el perjuicio consiguiente, a veces, irreversible. Esa reflexión la realizaban durante este mes de agosto los biólogos Miguel Alonso, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, y Javier Morales, profesor de la Universidad de Salamanca. Ambos se encuentran inmersos en el mayor estudio sobre el entorno del Lago de Sanabria que se ha realizado nunca, a propuesta del Ministerio de Medio Ambiente y la Confederación Hidrográfica del Duero que se extenderá durante 30 meses y que está ofreciendo datos muy relevantes a tener en cuenta.

Los dos profesores certificaban, por un lado, el buen estado de las aguas del Lago, capaces, por ahora, de soportar aluviones de bañistas como los contemplados durante este largo estío. Una labor imprescindible para acabar con especulaciones e infundios sin base realmente científica que generaron, hace un par de años, injustas alarmas sobre la joya de la corona natural de Zamora. Pero, al mismo tiempo, advierten: las aportaciones de agua, imprescindibles para conservar el mayor lago de origen glaciar de la península ibérica, un auténtico tesoro biológico, disminuyen cada año, entre otros factores por el calentamiento global evidente y que afecta a todos los rincones del planeta. Eso supone redoblar esfuerzos para cuidar un entorno único, repensar los usos y destinos de una zona enclavada en un Parque Natural, a veces expuesta a la sobrexplotación. Eso no tiene por qué significar reducir el turismo, sino buscar espacios alternativos donde realizar las actividades que más hagan peligrar la estabilidad del ecosistema. Redoblar los esfuerzos contra agresiones como los incendios y también, procurar que el sostenimiento de la zona tenga otros recursos que explotar en el campo de la agricultura con nuevos cultivos como los frutos del bosque y ganadería selecta, base de gran parte de esa gastronomía de fama creciente deberían ser otros territorios que explorar a la hora de establecer políticas contra la despoblación rural.

Zamora debe luchar por ese turismo de calidad que distingue a las zonas privilegiadas. La provincia reúne todos los requisitos para serlo y muchas de las iniciativas van por el camino correcto. En él debemos perseverar, mientras atajamos los posibles desvíos que aún se pueden corregir. El resultado será el bienestar y la mayor calidad de vida tanto para los zamoranos como para quienes se acerquen a compartir con nosotros todos los tesoros que guardan estas viejas y sabias tierras.