Como si de una madre precavida se tratara, El Corte Inglés nos anuncia la vuelta a la rutina y lo hace con el ya consabido anuncio que reza así: "Comienza la vuelta al cole en El Corte Inglés". Este anuncio pone el motor en marcha para que las familias se acerquen a comprar los libros de texto, lápices, pinturas, cuadernos... y así un largo etcétera. También, los que se han quedado un poco atrás, realizar los exámenes de recuperación, la selectividad? A todo esto hay que añadir que un año más existe una alta tasa de fracaso escolar, de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Por ello la vuelta a las aulas de miles de estudiantes hace que nos preguntemos: ¿Tenemos un sistema educativo que no funciona? ¿Por qué? ¿Qué es exactamente lo que falla, el sistema o los docentes?

La Logse (1990), hecha por pedagogos y psicólogos que nunca han pisado un aula de Infantil, Primaria o Secundaria; la LOCE (2002), cuya muerte fue inminente; la LOE (2006), de la que prefiero no hablar; la Lomce (2013), cuyo futuro es poco prometedor. Todas estas reformas en el mundo de la educación han creado engendros que nos precipitan hacia el fondo del pozo de la ignorancia.

Pero ¿qué es lo que falla? En Infantil: existe una separación muy temprana de las figuras paternas, sin tener muy claro quién es el que enseña y quién es el que educa. En Primaria: son obligados a aprender de memoria lo que dice el libro sin utilizar el raciocinio. En Secundaria: se ven forzados a estudiar lo que otros quieren, sin pensar en ellos mismos, sin forjar un pensamiento crítico y creativo. Acaban hartos. A todo esto hay que añadir que hoy en día parecen resultar innecesarias aquellas asignaturas que forjan un pensamiento crítico tales como la Filosofía o aquellas que ayudan a la creatividad como la Música o las que ayudan a reconocer y a valorar nuestra lengua y nuestro pasado como son las lenguas latina o griega. Me pregunto si dentro de unos años no será necesario nadie que nos ayude a reflexionar, o nadie que componga una sinfonía, o nadie que nos interprete y traduzca al gran Julio César, Platón o Cicerón; desde luego que así no será necesario.

Gracias a Dios, hay alumnos que mantienen la capacidad y la pasión para pensar e investigar y maestros con una enorme vocación dispuestos a seguir dándoles a los niños y jóvenes las herramientas para aprender a pensar. Ellos son los que tiran del carro de la educación y no los que, debate tras debate, no logran un triste acuerdo.