Reiterado y ratificado el rechazo a la investidura de Rajoy para formar Gobierno, tal y como estaba anunciado y cantado, se inicia ahora, otra vez, una larga pausa de dos meses para que los partidos puedan ponerse de acuerdo, o no, y el rey nombrar a un candidato para insistir con un nuevo intento que sería ya el tercero en menos de un año y que no se celebraría antes de octubre. De no prosperar tal posibilidad, solo quedaría convocar elecciones generales que, eso sí, parece que ya no serían para navidad dado el rechazo que el chantaje emocional del PP ha suscitado a todos los niveles en todos los ámbitos políticos y sociales, por lo que hay que contar que la fecha se adelantaría o retrasaría.

Antes, todos los partidos y todos los candidatos, o la mayoría de ellos, van a jugar a tope sus últimas bazas. Empezando por el PP, que ya no sabe por donde tirar y sigue tirando siempre por el mismo camino errado. Presión y responsabilidad en cantidades masivas sobre Pedro Sánchez, no solo a través de la exhaustiva campaña a través de los medios afines, la mayoría, sino yendo por arriba, instando a la vieja guardia socialista, con Felipe González a la cabeza -ya no se acuerda del "váyase, señor González" con que le bombardeaba Aznar- a dar un golpe de mano que acabe con la postura del actual líder y candidato, dispuesto a mantener su no hasta las últimas consecuencias. Como la otra solución, la más fácil, la de cambiar de candidato quitando a Rajoy, es inimaginable aunque ello pudiese abrir las puertas a una negociación, entonces sí, con el PSOE, no les quedará más que esperar al 25 de septiembre, a ver si tras las elecciones vascas puede hacerse el cambalache con los nacionalistas del PNV, que ahora hacen mil remilgos pero que aceptarían cualquier trueque si los beneficiara si es que lo necesitan, que lo van a necesitar. Desde Ciudadanos, se oponen, pero un poquito solo, y además ya se sabe que cuando Rivera dice no quiere decir lo contrario. Lo último suyo ha sido pedir al PP un candidato viable.

Ahí se agotan los recursos del PP para evitar las elecciones. En cuanto a Sánchez, lo tiene más crudo todavía, aunque dispone en teoría de varias opciones. Una sería cambiar el voto en la nueva investidura de Rajoy y abstenerse, algo que insiste en que no hará. Pensar que Rajoy se marche al fin a su casa por el bien de España y de los españoles, que es algo que podría animar al PSOE no se producirá pues Rajoy no se va, porque es el que manda en el PP. Entonces, al candidato socialista solo le resta, y ya ha anunciado su intención, intentar formar un Gobierno alternativo con Podemos y los nacionalistas e independentistas o bien conseguir la abstención de C's, proyectos ambos prácticamente imposibles como desde el mismo PSOE se reconoce. Lo que supone el mantenimiento del bloqueo que, por otra parte, Sánchez y su equipo piensan que los puede favorecer en unas nuevas elecciones dada la coherencia mantenida en todo el proceso, desde el impulso a la idea del cambio a la negativa a aceptar un Gobierno del PP de Rajoy que supondría los mismos males acumulados. Se sigue destruyendo empleo pero a Soria, el exministro de los papeles de Panamá, se le premia con un cargo en el Banco Mundial.