cuando padres y maestros educaban a sus hijos y discípulos una, entre infinitas, de las enseñanzas que les inculcaban era que fueran sociables, lo que implicaba que se relacionasen, que conocieran en qué podían ayudar a los demás, lo que posibilitaba que fueran solidarios, buenos ciudadanos, etc.; lo que se puede hacer extensivo al proceder de empresas, administraciones públicas y organizaciones, que se relacionan con multitud de personas, físicas y jurídicas, a las que deben solucionar sus demandas y necesidades; lo que exige que estas sean conocidas por aquellas, para que lo sea en el mayor grado posible. Y para esto, deben comunicarse con los destinatarios de sus quehaceres y competencias, teniendo que ser aquella sincera, transparente, continuada, comprensible, etc.

Y también la comunicación tiene que poner de manifiesto lo que las empresas, las administraciones públicas y las organizaciones ofrecen a su "clientela", según sus objetivos sociales y mandatos legales, respectivamente; pues a veces pudieran desconocerse, y por ello no pedirlos, produciéndose disfunciones, ineficacias, insatisfacciones, etc.

Y cómo no, para justificarse ante la sociedad, de su razón de ser y de existir, que se basa, fundamentalmente, cuando añaden valor, cuando resuelven problemas, cuando contribuyen al desarrollo económico y social del territorio, etc., las empresas, las administraciones públicas, habrán de transmitir a la opinión pública lo que han hecho, lo que pretenden hacer y el por qué; pues contribuirán, de esta manera, a que se tenga conocimiento de causa de su proceder, provocando una mejor ponderación por la ciudadanía y clientela.

La política de comunicación es una actividad imprescindible en cualquier empresa, administración pública y organizaciones que pretendan saber tanto lo que precisan los destinatarios de su quehacer, como para transmitir las actividades que han desarrollado, de forma y manera que sea evaluada correctamente por la sociedad, con los beneficios recíprocos para ambas partes de las relaciones económicas, públicas y sociales.

Marcelino Corcho Bragado