La ONU ha pedido a los municipios franceses que mantienen su veto al burkini que revoquen de inmediato esta medida dejándola sin efecto de acuerdo con los estándares internacionales de derechos humanos. Que yo sepa aquí no se conculca ni uno solo de esos derechos humanos a los que apela la Onu, organismo en exceso desprestigiado del que acaba de descubrirse que da millones y más millones de dólares a empresas y asociaciones vinculadas a la familia Asad, el odiado presidente de Siria. Lo cuento más que nada porque hay quien piensa en la Onu como un organismo sacrosanto y ni sacro, ni santo.

Descuide usted, la ONU no advierte en el mismo sentido a los países del orbe musulmán que impiden ir a las mujeres vestidas a la occidental, por decirlo de alguna manera, sin hiyab, sin niqab, sin chador e incluso sin burka, dependiendo, claro, del grado de primitivismo que tenga el país de que se trate. Y sabido es que muchos de ellos están en el mayor de los oscurantismos en todos los órdenes y sentidos. A la Onu se le llena la boca cuando habla de restricciones a las manifestaciones de religión o creencia, vestimenta incluida, cuando del Islam se habla, sin embargo no dispensa el mismo trato a otras religiones. Se está masacrando en medio mundo a miles y miles de cristianos y no he escuchado todavía a la ONU levantar la voz pidiendo respeto, justicia, y apelando a los derechos humanos.

Mal lo de la ONU, por querer dar de paso en occidente, en este caso en Francia, una prenda impuesta contra la que ya se han manifestado las propias mujeres musulmanas hablando de "falsa libertad". Ni ellas lo quieren, solo que algunas están pagadas por los distintos regímenes islámicos para dar el coñazo con este y otros asuntos con los que acabaremos tragando. La Onu financiando a la familia de Asad y jodiendo la tana con cosas como esta en las que no debería meterse. Bastantes frentes políticos tiene ya abiertos. No sé por qué hay tanto miedo internacional a desagradar al orbe musulmán.

Mal eso, decía, pero mucho peor es el contrasentido que ofrecen muchas de nuestras feministas más y menos recalcitrantes defendiendo ardorosamente el uso del jodío burkini. Ni la Onu ni las feministas a ultranza pueden y deben tratar de legitimar públicamente una prenda absurda y contraria a nuestros hábitos y costumbres en materia de indumentaria. Es que el burkini no es una herramienta de la causa feminista, es más bien todo lo contrario si seguimos la trayectoria del feminismo en el mundo. En el Corán y para el Corán la mujer es impura y por eso debe cubrir su cuerpo porque, claro, incita al hombre, ¿a qué? ¿a la lujuria? ¿directamente a la violación? ¡Venga ya! A ver si nos cargamos todo lo que mandaba al respecto la Santa Madre Iglesia y aceptamos ahora la dureza que impone, sobre todo a las mujeres, la madre mezquita.

Si alguna vez creí en el feminismo, ahora no dudo en que es un movimiento absurdo y acomodaticio que en lugar de velar por la libertad de la mujer, por su empoderamiento, lo hace por las cadenas que aprisionan la libertad de millones de mujeres en una órbita, la musulmana, en la que parecen querer instalarse ahora.