El calendario de la UE está a tope. La Unión Europea es esa especie de gran hermano que todo lo vigila y todo lo controla. Un ojo inmenso, un ojo adivino pero no divino porque está sujeto a errores, algunos de bulto. Cuando el calendario de la UE señala lo que sea, es doctrina para todos los países miembros. Hay calendario para después del "brexit", calendario de la adhesión de Turquía, de días hábiles, de días inhábiles, escolar, universitario? Las directrices las marca la UE y los demás deben callar y aplicarlas. De ahí que no deje de ser sorprendente que algunos piensen salirse con la suya, si algún día llegan al poder, sin contar con el famoso calendario de la UE. Cuando la UE habla, los demás a callar y a aguantarse. Cuando la UE se constipa, los demás a toser para hacerle el catarro más liviano.

A la Unión Europea no se le escapa nada, ni siquiera qué tipo de bombillas debemos utilizar. Por eso, tras quitarse de encima las bombillas incandescentes que entre 2009 y 2012 se eliminaron paulatinamente del mercado, ahora, siguiendo el calendario establecido, se ha propuesto apagar los focos halógenos. Estas fuentes de iluminación dejarán de comercializarse en el mercado comunitario ya mismo, exactamente el próximo jueves día 1 de septiembre. La fecha no ha sido elegida al azar, hace tiempo que la UE había firmado la sentencia de muerte de los halógenos a los que tan solo queda un hálito de vida, el que va de hoy al jueves.

Hay que cumplir los objetivos de la UE no solo en materia política y financiera, también en este paso importante hacia una tecnología más eficiente. Mientras no haya gato encerrado en tanto cambio, bien va la cosa. A la Unión Europea no se le escapa una. La verdad es que si las reformas eficientes nos van a hacer vivir mejor, bienvenidas sean. Las halógenas dan mucha luz, es verdad, es más, tienen unos rendimientos algo superiores a las convencionales pero están lejos, muy lejos de las fluorescentes o de LED, capaces de ofrecer una prestación luminosa prácticamente idéntica pero con una cantidad inferior de energía. Se trata de no consumir, de no gastar excesiva energía que está por las nubes.

La UE no solo se ocupa de la política y de los dineros de cada uno de los países miembros, también se mete en nuestros hogares y nos quita y nos pone aquello que dicen es más conveniente y menos costoso. Ahora les ha dado por esto de la eficiencia energética que, indudablemente, es cosa buena, y en pocos años nos han cambiado las bombillas de toda la casa. Menos mal que mi electricista favorito, Jesús Carnero, me mantiene al corriente de estas y otras cuestiones. Y aunque en casa algún halógeno hay, por lo menos no he invertido en la compra de otros foquitos porque aunque las tiendas seguirán vendiendo sus existencias, en cuanto se agoten, los halógenos pasarán a ser historia, como la bombilla de Thomas Alva Edison.

No tomarse en serio el calendario de la Unión Europea puede dar muchos disgustos a los díscolos, sobre todo a los que creen que nuestra pertenencia a la UE es algo así como papel mojado y que como somos soberanos, bla bla bla. Algún día veré, digo yo, cómo claudican algunos.