La corrupción es una de las mayores preocupaciones actuales de los españoles, ver caer uno a uno los líderes políticos, a las personalidades más insignes, a los mandos medios, casi nadie con acceso al poder se salva del virus de la corrupción. La estructura misma de la política implica muchas prácticas opacas y amañadas, detrás de un político, cualquiera que sea su nivel, hay un grupo que lo apoya y al que el político le deberá favores, hay patrocinadores y poderes que lo condicionará. Un líder independiente, contestatario y honesto seguramente será eliminado a la primera presión que reciba de los poderes superiores. Conciliar, "hacer la pelota", ceder, engatusar, amañar, son actitudes comunes de un político exitoso. Digamos que la falta de transparencia y la corrupción forman parte del ambiente donde se desenvuelve la política.

Contra la corrupción se plantea una regeneración, la cual contempla tres acciones específicas: detectarla, corregirla o sancionarla y prevenirla.

Las propuestas que se han presentado para la regeneración de España mueven a risa. ¿Cómo es posible que personas cultivadas y con experiencia política se crean que tal arbitrio equivale a la regeneración del país? Hace más de un siglo los seguidores de Joaquín Costa mostraban una idea más cabal del asunto. Y cuidado que ha llovido desde entonces. Una de las propuestas es la de constituir una comisión (se supone que con pingües dietas) para investigar la corrupción del PP. Asombra la ingenuidad de una iniciativa tan inane. ¿Y si resulta que los varones insignes del PP se han beneficiado de la corrupción? ¿Y por qué no los de otros partidos? Ya se sabe, desde Romanones, que para enterrar un asunto lo mejor es nombrar una comisión.

En buena lógica, dicha comisión tendría que estar constituida por políticos con experiencia, pertenecientes a partidos que han tocado poder y que no han tenido corruptos en sus filas. Habrá que buscarlos con candil. Mejor sería que los comisionados fueran personas independientes y honradas. Desengañémonos. Es la sociedad toda la que es corrupta, no solo la mesnada de políticos. El conjunto de la sociedad española aprueba tácitamente la corrupción política porque campean unos valores propicios a esa degradación moral. No rige la moral del esfuerzo, sino la de enriquecerse a toda costa, a poder ser sin trabajar realmente y mucho mejor si es a costa del erario. Recordemos el desgraciado axioma: "El dinero público no es de nadie". En casi ningún campo de actividad se premia o se estimula la honradez. En su lugar se alza el valor del hedonismo a cualquier precio. Son ya muchas promociones de españoles, llegadas a la mayoría de edad, que traen aprendidos los nuevos valores. Habría que cambiar radicalmente la enseñanza y, lo que todavía es más difícil, el ambiente familiar dominante. En síntesis, se necesita una verdadera revolución de las conciencias para que se atenúe la corrupción política. Ninguna fuerza en el Parlamento se plantea tal cosa, ni de lejos. Acaso, como sucede con el deporte, se necesita una comisión antidoping, en este caso anticorrupción, una supra estructura que estudie, juzgue, sancione y prevenga la corrupción.

Se argüirá que en los principales partidos existen muchos políticos honrados. Lo dudo. Ninguno ha denunciado el aprovechamiento de los dineros públicos por parte de ciertos miembros de su respectiva fuerza política. Ninguno ha propuesto la renuncia a las subvenciones del Estado para los partidos, sindicatos, patronales y fundaciones afectas a las formaciones políticas. Por ahí tendría que empezar la verdadera regeneración. Casi nadie está por la labor, y menos los sedicentes nuevos "regeneracionistas".

La historia nos recuerda otros movimientos regeneracionistas, a finales del siglo XIX, la sociedad española se encontraba notablemente decaída tras la pérdida de su última colonia, Cuba, intelectuales, científicos y personalidades de la época se unieron para proponer una gran campaña regeneradora a la que siguieron venturosos años de progreso y desarrollo, estamos a tiempo de empezar una nueva etapa si nos aplicamos todos a ello.