Una de las propuestas más queridas por Ciudadanos, y por el empresariado español, es la llamada "mochila austriaca", que, aunque mucha gente no lo sabe, formaba parte del pacto de 66 páginas que el partido de Albert Rivera firmó con el PSOE tras las elecciones del 20 de diciembre y que ahora Ciudadanos quiere acordar con el PP, que también lo aceptará de buen grado, si no al tiempo.

Pero ni España es Austria ni nuestro mercado de trabajo tiene nada que ver con el de aquel país. Sirva de ejemplo que mientras el paro en España está en torno al 20%, en Austria es de sólo el 4,8% y no precisamente gracias a la "mochila", porque el paro ha subido allí más de un 1% desde su implementación. Por supuesto, tampoco los salarios españoles, que son de los más bajos de la UE, tienen nada que ver con los austriacos.

La "mochila austriaca" consiste en la creación de un fondo que el trabajador puede usar cuando es despedido, porque elimina la indemnización por despido, o que puede dejar para complementar su pensión de jubilación. Son los bancos los que gestionan esos fondos y los invierten para quedarse con una plusvalía. Tres son las consecuencias más importantes de implantar este sistema: se facilita el despido, aumentan los costes laborales y se flexibiliza aún más el mercado de trabajo porque casi se eliminan los contratos temporales, que se sustituyen por un contrato único pero en el que el trabajador puede ser despedido gratis. Lo de que aumentan los costes laborales hay que matizarlo, porque si bien en Austria es el empresario el que aporta un 1,53% del salario bruto del trabajador a la "mochila", la realidad es que ese dinero ha salido de la disminución generalizada de los salarios, es decir, es el propio trabajador el que, en verdad, se paga su despido.

En España, donde el grueso de los salarios está un poco por encima del salario mínimo interprofesional, y donde los empresarios continuamente se quejan de los costes de las cotizaciones, da miedo pensar la repercusión que la implantación de este sistema tendría en las ya miserables condiciones salariales y laborales de los trabajadores.

Por encima de la necesidad de tener un nuevo Gobierno y de la nueva política de pactos a la que la desaparición del bipartidismo está obligando, los españoles deben ser conscientes de lo que los partidos acuerdan, de las ocurrencias de algunos que otros aceptan para sobrevivir y que luego tienen una repercusión directa en la calidad de vida de la gente.