Llega ahora el increíble Rajoy y sale pidiendo sentido común a Sánchez, porque asegura que esta situación ya no hay que la aguante. Sabido es que el sentido común es el menos común de los sentidos y puede que la mayor muestra viviente de ello sea el propio Rajoy. El es el principal culpable de lo absurdo que denuncia y quiere remediar. El PP pudo haberse abstenido en febrero, por amor a España, y por ese sentido común que implora, y haber dejado gobernar a PSOE y Ciudadanos, que era lo que la mayoría reclamaba tras las elecciones del 20D, aunque entonces a los de Rivera se les considerase aún como centristas, y de esa forma todo hubiese quedado resuelto pues, más o menos se llevaría a estas alturas casi medio año de Gobierno con Sánchez al frente. Y sentido común sería ahora renunciar, dar un paso atrás, y ceder el puesto a otro candidato de su partido.

Pero no, porque para Rajoy el sentido común pasa por seguir presidiendo el Ejecutivo de la nación. Aunque haya perdido la tercera parte de los escaños que tenía como irremediable consecuencia de sus incumplimientos electorales, de sus congelaciones de salarios y subidas de impuestos, de cargar todo el peso de la crisis sobre las clases medias y las más desfavorecidas mientras mantenía cínicamente todos los privilegios a los ricos y a los de su casta, a la clase política. Aunque sea el político peor valorado, desde siempre, bajo mínimos, con poco más de dos puntos sobre diez, y el más rechazado a todos los niveles. Aunque el país haya batido el récord histórico de su deuda pública, aunque el 90 de la creación de empleo de la que alardea se deba a contratos temporales, muchas veces sin rebasar una duración de un mes, y otros que son, menos aún: empleos por horas.

Por activa y pasiva, Pedro Sánchez no deja de contestarle que no, que nunca el PSOE apoyará ni con una abstención al PP, y que si fracasa en la investidura como parece lo mas seguro, y hay que ir luego a unas terceras elecciones, se irá, aunque sean el mismo día de Navidad, juego sucio y golpe bajo de Rajoy, que está sentando fatal a los españoles y que si llega el caso tendrá un precio en las urnas para los populares. Se especula con la posibilidad de otras alternativas, como adelantar la cita en las urnas al día 18 a base de recortar la campaña, lo que las Cortes pueden llevar a cabo y hay tiempo para ello. Algo habría que hacer, en cualquier caso, si se confirma la repetición de los comicios, porque lo que no puede ser es que la obsesión y el ansia de poder de un político fracasado como Rajoy convierta el 25 de diciembre, entrañable y emotiva fiesta tradicional y familiar, en una áspera jornada electoral que estaría marcada por la indignación. Hay que confiar en ello, y en que todos los partidos se pongan de acuerdo para echar atrás este reto provocativo destinado a presionar emocionalmente a Sánchez.

A no ser que al final algo cambie y se produzca la abstención de grupos nacionalistas, o el PSOE se una al ridículo de C's con una bajada de pantalones, una más, pues se acaba de saber que de las exigencias firmadas ha desaparecido la referencia al caso Bárcenas. Así se lucha contra la corrupción.