Como la soberbia y los incumplimientos siguen siendo las señas de identidad del PP, que empieza a resultar patético, Rajoy anunció tras la reunión de su órgano directivo para debatir el ultimátum de Ciudadanos, que de las condiciones de Rivera ni siquiera habían hablado para nada y que lo único que haría sería entrevistarse de nuevo con el líder centrista para tratar diversos asuntos, de índole económica principalmente, en los que preveía un acuerdo posible. O sea, que como se le había escapado antes a alguno, 137 no iban a aceptar las condiciones de 32. Pero al encuentro de la cúpula derechista no asistieron imputados ni sospechosos. Ni, por supuesto, tampoco Aznar, la voz crítica, que debe estar más que harto de Rajoy y de todos los que le secundan. Además, y ya puestos, el candidato del PP anunció que volverá a llamar también a Sánchez, el aspirante del PSOE, para tratar sobre la investidura y conseguir su apoyo, pues de otro modo no queda más remedio que ir a unas terceras elecciones.

La respuesta debiera haber significado que Rivera, ante el manifiesto desprecio, una vez más y sin disimulos, y el ninguneo a C´s, hubiese dado por roto el ofrecimiento hecho y se hubiese retirado con dignidad a su postura inicial. Pero, sumisamente, asimila la negativa, porque no tiene otra salida, porque su apoyo ya se nota que es impuesto y obligado y vuelve a aceptar lo que le mandan, aun sabiendo que el PP nunca se doblegará públicamente a sus imposiciones. En cuanto a Pedro Sánchez, ha acusado a Rajoy de tener cautiva a la democracia, le ha responsabilizado de seguir bloqueando la situación e insta a que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, que está jugando un lamentable papel en este asunto, fije la fecha de investidura del candidato designado por el rey. Y en cualquier caso, el PSOE reitera su no absoluto a Rajoy de cualquier manera y en cualquier circunstancia.

La sensación más evidente es que el PP no quiere ir a la investidura en la que Rajoy morderá el polvo y que por eso alarga la fecha. Sensación general que se amplía en el sentido de que no habrá ningún acuerdo, pese al apoyo que ya será incondicional de C´s, pero que es insuficiente a no ser que los partidos nacionalistas se abstuviesen en la votación, algo que vascos y catalanes han rechazado repetidamente, criterio que tal vez variase en función de lo que pudiera recibir a cambio y como compensación. Lo que ocurre es que no están las cosas para estas componendas, tan habituales antes, cuando Aznar primero y Zapatero después tuvieron que pactar mayorías que les permitiesen gobernar. Serían 11 las abstenciones precisas para conseguir un Gobierno en minoría, que sería gobernado a su vez desde el Congreso por los grupos de oposición, lo que daría una inmediata fecha de caducidad a la legislatura.

Así de complicadas y complejas, sin solución, están las cosas, que pudieran solucionarse si el PP forzara a dimitir a Rajoy, por el bien de España, claro, y pusiese en su lugar a otro candidato o un independiente consensuado. Parece ser que el PSOE pasaría por ese aro, aunque tampoco es seguro, pues Sánchez pudiera ser el único beneficiado en caso de nuevas elecciones, que casi se ven venir.