Es fácil descubrir las muchas bellezas que hay en Sayago. Pera ello no hay más que estar en el lugar adecuado y en el momento justo. Si nos obcecamos en ver solamente áridas tierras, cortinas de míseros huertos y campos de centenos, es posible que nuestros ánimos decaigan a niveles de desesperanza.

Pero, si abrimos bien los ojos para contemplar desde la ermita de la Virgen del Castillo el maravilloso paisaje que nos ofrecen los arribes del Duero en terrenos de España y Portugal, nuestro espíritu se recreará con tanto entusiasmo que siempre estaremos deseando volver. El Duero transcurre por aquellos precipicios después de haber recorrido presas, canales y veredas. En aquella zona se lanza impetuoso por un hondo surco, entre rocas llevando sus aguas hacia el vecino país de Portugal.

Se dice que el lugar donde se encuentra la Virgen del Castillo personifica el espíritu sayagués. No en vano allí está su Virgen, su río, sus campos, su orgullo. Según la tradición del país allí habitó durante algún tiempo aquel valeroso soldado sayagués (o lusitano) que se llamó Viriato. Allí donde se eleva el esbelto santuario dicen que apareció milagrosamente la Virgen del Castillo. Desde allí se descubre un hermoso panorama. Pueblecitos portugueses con sus olivares, sus alamedas, sus blancos palomares; enormes cortadas a pico, elevados riscos, riberas que rodeando la ermita van a perderse allá abajo, a la orilla del río y oscuras cuevas que pudieran albergar alimañas.

Cuando llega cada primer domingo de junio y la romería de los Viriatos discurre por los caminos que conducen a la ermita de la Virgen del Castillo, estremece ver cómo los portadores de cada uno de los pendones representantes de las localidades de Argañín, Badilla, Cozcurrita, Fariza, Mámoles, Palazuelo, Tudera y Zafara se esfuerzan por mantener enhiestos los largos y pesados mástiles que, en ocasiones, el viento hace peligrar su equilibrio.

Ya son varios los años en los que he tenido la suerte de disfrutar del singular espectáculo que supone ver desfilar los "Viriatos" en romería hacia la ermita de la Virgen del Castillo y escuchando las melodías populares interpretadas al son de gaita y tamboril. Espero tener alguna ocasión más de perderme por Sayago.