El comportamiento de los perros, sobre todo en los pueblos, es muy sintomático. Si todo está tranquilo, parece que no hay perros en el lugar. Pero, en cuanto pasa una persona por delante de la puerta, el perro de turno se desgañita en ladridos que avisan a su amo de la alteración de la calma. Al fin y al cabo para eso está el perro encerrado en el corral; es su cometido y lo cumple a rajatabla. Por eso en aquellos tiempos en los que las empresas se emprendían a caballo, se inventó el dicho del caballero, jefe de la expedición. Al salir galopando, o siquiera al trote, en la aldea se montaba la algarabía canina. Cotejando la diferencia entre la calma anterior y el barullo actual, un caballero de entonces proclamó la coincidencia del barullo con su galopar: "¡Ladran! Es que cabalgamos".

La frase, bastante feliz en cualquier circunstancia, se ha hecho popular tomando el galopar de un caballo en su sentido de progreso y avance notorio. Por eso se aplica, de manera casi exclusiva, cuando una persona o una institución prospera de manera notable. Nuestra situación sirve de motivo para "dimes y diretes". Eso es porque progresamos en nuestros objetivos. Vamos bien con nuestra empresa.

En estos momentos de nuestra patria, todos los partidos políticos salen a la guerra y sus galopes son estruendosos. Pero en esta guerra parece que el enemigo común es el Partido Popular y más en concreto su líder actual, el señor Rajoy. Cuando le preguntan a los líderes del resto de los partidos con quién realizarían pactos en caso de necesidad o posibilidad para llegar al poder, todos excluyen radicalmente al Partido Popular. Y cuando se trata de criticar ásperamente, se fijan de modo especial en el presidente nacional de ese partido. Como se da la casualidad de que la crítica internacional es favorable -casi de manera unánime- a la actuación de ese partido y la ejecución de las tareas de gobierno que ha llevado a cabo el Ejecutivo actual de España, parece que la reacción del Gobierno, y de su presidente en particular, es proclamar a los cuatro vientos la frase de quienes están embarcados en una travesía favorable: "Todos nuestros adversarios a una se desgañitan criticando nuestra actuación; luego "cabalgamos", es decir, lo estamos haciendo muy bien".

Esa crítica adversa, llevada a cabo no solo por los partidos que podrían sustituir en el gobierno al que lo ocupa en este momento, sino también por líderes de partidos que parecen ir al garete, a los que contemplamos la actualidad sin interés alguno en la contienda entablada nos resulta contraproducente. Como nos parece inconveniente la campaña de descrédito llevada a cabo por cualquier candidato con relación a alguno de sus contendientes. Lo que les interesa, lo que nos interesa a todos los votantes es conocer a fondo lo bueno y lo menos bueno de todos los partidos, de todos completamente, para poder formarnos un juicio exacto de a cuál de ellos favoreceremos con nuestro voto. Y ese juicio objetivo no podremos formarlo a base de los juicios negativos de sus contendientes, sino conociendo sus tantos a favor y sus tantos en contra manifestados por el mismo partido.

En una palabra: cada partido político, en estas circunstancias de contienda electoral, debe dedicarse a publicarnos sus virtudes y explicarnos en plan de defensa sus defectos; no ganará nada abultando los defectos de los demás sin dedicar ningún tiempo a sus virtudes. Si no lo hace así, si no se dedica a sí mismo, prescindiendo de los otros, puede ocurrirle lo que se atribuye en materias de envidia: Se dice que "la envidia engrandece al envidiado y empequeñece al envidioso". Obrando como es nuestra preferencia (la de los no interesados), por lo menos quitarán al partido en el gobierno y a su líder la ocasión de proclamar ufanos el dicho tradicional de quien hace bien su papel. No se le ocurriría a los gobernantes decir: "¿Ladran? Es que cabalgamos".