Hace muchos años que tengo en mi poder una moneda de cinco pesetas, en plata, acuñada en 1871 con la efigie de Amadeo I de España. No me considero coleccionista de numismática, pero siempre he guardado esta moneda como recuerdo de un corto periodo de la Historia de España que resultó de una situación de gobierno un tanto extraña.

Se dice que la España de 1869 era una monarquía sin rey. La reina Isabel II había sido derrocada por medio de una revolución. Las Cortes españolas eligieron y proclamaron rey a Amadeo de Saboya a propuesta del general Juan Prim, a la sazón jefe del Gobierno.

El reinado de Amadeo I no comenzó con buen pie. Llegó a España el 30 de diciembre de 1870. Tres días antes, Juan Prim había sido asesinado en Madrid. Amadeo se encontraba en un país extranjero, sin apenas apoyo en la Corte, con numerosos enemigos y con un buen número de problemas a los que hacer frente.

Fue Amadeo el primer rey de España elegido en un Parlamento, lo que para los monárquicos de siempre suponía una grave afrenta. Contó con el sistemático rechazo de carlistas y republicanos, cada uno por razón de sus propios intereses.

Amadeo desembarcó en Cartagena el 30 de diciembre y no llegó a Madrid hasta el 2 de enero de 1871. Lo primero que hizo fue dirigirse a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha para rezar ante el cadáver de Prim. Tras este amargo trago se trasladó a las Cortes, donde realizó el preceptivo juramento quedando proclamado rey de España.

Amadeo tuvo grandes dificultades debido a la inestabilidad política española. La coalición de gobierno que había conseguido Prim se había fraccionado tras su muerte. Amadeo I proclamaba su angustia ante las complicaciones de la política española. "Ah, per Bacco, io non capisco niente. Siamo una gabbia di pazzi" (No entiende nada, esto es una jaula de locos).

La guinda la puso un conflicto entre Ruiz Zorrilla y el Cuerpo de Artilleros. El presidente había manifestado su decisión firme de disolver dicho órgano militar, bajo amenaza de dimitir, y el ejército propuso a Amadeo que prescindiera de las Cortes y gobernara de manera autoritaria.

Amadeo I escribió un mensaje de renuncia al trono, recogió a su familia y, sin esperar autorización de los diputados, se refugió en la embajada italiana.

Después de abdicar se trasladó a Lisboa acompañado del jefe del Gobierno y su último apoyo, Manuel Ruiz Zorrilla, y de allí a Turín, su ciudad natal, donde fijó su residencia junto con su esposa y sus tres hijos y asumió el título de duque de Aosta.