No es solo que gracias a la lectura se puedan vivir dos años más, como se acaba de saber, sino que son otras muchas cosas las que según los expertos ayudan decididamente a alcanzar la longevidad, tales como la correcta alimentación, el diario ejercicio, la mentalidad positiva y abierta y una larga retahíla, que debe ser verdad si se tiene en cuenta que la edad media de vida supera ya los 80 años, sobre todo en las mujeres, casi el doble que hace un siglo. También debe ser verdad que esta es una carrera sin fin, en la que hay empeñados especialistas e investigadores, y que se cuenta con que no tardando muchas décadas se pueda llegar a la generalización de los centenarios en aceptables condiciones.

Porque ahí está el quid de la cuestión. La vida se alarga, pero no se mejora y el deterioro sigue produciéndose y extendiéndose. Y ahí es donde entra el doctor David Jasper, un médico americano especializado en gerontología que busca una fórmula capaz no solo de frenar la vejez como se hace ahora, frenando el desgaste del cuerpo, sino también de eliminar el daño ya acumulado y restaurar los tejidos. No habría enfermedades crónicas de esa manera, actuando sobre el origen, sobre la causa y no sobre el efecto. El doctor Jasper. que cuenta con generosas subvenciones de Google y Paypal entre otros importantes donantes, cree que de ese modo la esperanza de vida que podría lograrse sería indefinida, sin que ello supusiese la inmortalidad pues el ser humano siempre a estará a merced de sucesos tales como guerras, terrorismo, accidentes, etcétera. Pero hasta ha llegado a afirmar que el hombre podría vivir mil años y que ese hombre puede que ya haya nacido. Una exageración, claro, pero no es sin embargo el único científico que se mueve en el límite de los 150 años de edad como algo posible y no lejano. Su teoría es que los 80 años actuales de media de vida pueden ampliarse a 110 si se identifican los componentes causantes de que el cuerpo humano se deteriore y se diseñan remedios para cada uno de ellos, previniendo la enfermedad y retrasando la muerte, pues entiende que envejecer es una enfermedad y que como tal hay que entenderla y tratarla, pudiendo y debiendo ser curada.

La comunidad científica, sin embargo, no parece tomarse tan en serio esa idea de que envejecer ni es natural ni es inevitable, como fatalmente siempre se ha considerado y considera. Admiten que seguirá avanzándose en este sentido, en conseguir más vida y mejor calidad de vida, pero discrepan de unas tesis que ni siquiera consideran dignas de un debate en profundidad. Pero de igual modo hay especialistas que han declarado que las tesis que mantiene este gerontólogo no son erradas. A lo largo de la historia son infinitos los ejemplos de realidades que hubieron de luchar para acabar imponiéndose contra la rutina aceptada y el oscurantismo que parece envolver todo lo nuevo. Ni se puede afirmar que el tal Jasper sea un soñador o un embaucador pues fía sus avances, según ha explicado, en las terapias a partir de células madre como la fuente efectiva del rejuvenecimiento, un camino por el que ya se avanza y con notable éxito. Si la vejez es una enfermedad, pues a curarla, claro que sí.