Parece mentira, tras los fracasos que obtuvieron en las elecciones generales de diciembre y junio, pero aún se siguen haciendo y publicando encuestas, y es más: creyendo en ellas, cada cual a su manera. En unas se puede confiar más y en otras menos, aunque todos suelen tener un aspecto común, el de beneficiar o al menos dar esperanzas a quien las hace y las paga. Un caso en el que se aúnan todas esas premisas básicas y aceptadas, es el de los sondeos trimestrales del CIS, el Centro de Investigaciones Sociológicas, un organismo oficial, dependiente por tanto, al menos en parte, del Ejecutivo que gobierna en ese momento, y que sin embargo cuenta con un prestigio superior al de las encuestas privadas.

El CIS ha dado a conocer las conclusiones de su estudio del pasado mes de julio, superado el 26J, que vienen a ser una radiografía aproximada, por lo que es fácil intuir, del estado del país y de sus gentes, así como un claro esbozo de futuro de cara a esas terceras elecciones que no dejan de asomar por el horizonte político, como no podía ser de otra manera, dada la inmovilidad de Rajoy a quien el rey ha designado candidato a la investidura, pero que no logra ningún apoyo lo que lo llevaría directamente al fracaso, y dada la pasividad también, pasividad estratégica y de partido, de la presidenta del Congreso que sigue sin fijar fecha, o al menos fecha límite, para investir a su jefe, a Rajoy, que trata de ganar tiempo, pensando que corre a su favor, lo que puede ser cierto o no, ya se verá, depende de si al final acaban imponiéndose las presiones que desde todos los niveles reciben tanto PSOE como Ciudadanos.

Si el asunto no se resuelve y si hay que llegar a unos nuevos comicios, las encuestas y los sondeos volverán a renacer tanto como lo han hecho anteriormente. Pero, a juzgar por la consulta del CIS, las variaciones serían mínimas en cuanto a unos nuevos resultados electorales. Más de lo mismo. En realidad y de acuerdo con esta encuesta del CIS, tres partidos irían a la baja y solo se produciría un leve repunte del PSOE, que puede que sirva a Sánchez para reforzar su rechazo a cualquier posibilidad de apoyo al PP. Por el contrario lo que ganarían los socialistas lo perderían las huestes de Rajoy en el que ya no creen ni los suyos, si bien su partido sería una vez más el que más votos obtuviese. No extraña que el mayor descalabro se le vaticine a Podemos, con un electorado dividido y desencantado, que va a menos y sigue sin encontrar su sitio, perdido en marañas asociativas. También C's sufriría las consecuencias de unas terceras elecciones, volviendo a perder votos y escaños, lo que sirve para comprender las maniobras de su líder para llegar a alguna clase de arreglo, el que sea, que evite volver a las urnas.

Lo que no cambia nada tampoco es la valoración que se hace de los cuatro candidatos. Suspenso para todos pues ninguno llega a cinco puntos sobre diez. Ni a cuatro siquiera, pues el más valorado es Rivera, con 3,8 puntos, seguido muy de cerca por Sánchez, con 3,6. Más por de bajo aún, Pablo Iglesias, cada vez con menos aprecios, y el peor de todos, el farolillo rojo, el de siempre: Rajoy. Así que tampoco sorprende que el 70% de los españoles considere mala o muy mala la situación política.