Nacía el barrio de Fuentelarreina, allá por los años treinta, y también nacía yo en aquel barrio que en sus inicios carecía de agua corriente y alcantarillado. Muchos solares vacíos que tardarían tiempo en ser dedicados a edificios de viviendas en su mayoría.

Aquellas grandes explanadas las ocupaba, principalmente, grandes montones de vigas destinadas a la sierra del Comandante Santos, que con este nombre conocíamos a aquella industria maderera del barrio. También existía allí otra actividad industrial de cierta importancia: se trataba de la Tonelería del tío Joaquín.

A los muchachos nos gustaba ver cómo, en plena calle, se construían aquellos toneles, de los más variados tamaños que luego serían destinados a envasar en ellos bebidas, principalmente vino. Admirábamos al señor Joaquín, también a su hermano José, la destreza que demostraban armando aquellas cubas con piezas de madera que habían preparado previamente.

Las piezas de madera, a las que llamaban duelas habían sido disminuidas en sus dos extremidades, así como en sus costados de fuera hacia dentro para, con el número suficiente de piezas cerrar el círculo que formaba el tonel.

Era todo un espectáculo contemplar la colocación de las duelas, unidas por un zuncho o aro metálico, mientras que, dentro del tonel habían encendido un fuego que, calentando la madera, esta cedía para tomar las curvas que le daban su identidad. Todo un trabajo artesanal en el que se utilizaban herramientas como la garlopa, la azuela, los barrenos o berbiquíes y mazos con los que golpear los aros para que fueran bajando y apretando con su abrazo el conjunto de duelas.

La denominación genérica de toneles se daba (se da) a barriles, barricas, cubas, tinas y demás recipientes parecidos. La construcción de estos recipientes data de muy antiguo, posiblemente de los celtas. Podemos ver en grabados de la antigüedad como los barriles se hacinaban en las embarcaciones conteniendo distintos productos, tanto líquidos : vino, cerveza, sidra, agua; como sólidos: granos, salazones, etc.

Aunque ya no vemos por nuestras calles aquellas tonelerías de antaño, en la actualidad se siguen fabricando toneles como una especialidad para la conservación de las bebidas. El envejecimiento del vino e incluso del whisky se hace en recipientes utilizando madera de roble. Podemos ver hoy en muchos establecimientos de bares y tabernas que tienen a la puerta toneles a modo de reclamo de alguna marca de bebida, cuyo recipiente sirve también como mesa para apoyar en el hasta el cenicero y la bebida a consumir al no estar permitido fumar en el interior del local.

Descubro, en mis lecturas de la antigüedad que allá por los primeros años del siglo XX se realizaban concursos de rodadores de toneles. ¡Curioso deporte!