Sin novedad en el frente político cuando ya se encara el final de la primera quincena de agosto, lo que supone, de entrada, que los optimistas plazos y las no menos optimistas previsiones del PP tras el 26J no se han cumplido en absoluto y difícil será que se cumplan de forma inmediata. Ya ni siquiera se menciona la posibilidad de que en lo que resta de mes pueda llegarse a la investidura de Rajoy dado que las cosas sigue tal cual estaban, si no peor, y sin adelantar ni siquiera ese metafórico primer paso que tras el encuentro con Albert Rivera se vendía por parte de un PP a la desesperada, que anda presionando y tratando de desestabilizar tanto a la izquierda como al centro, pues todo vale y todas las teclas hay que tocar para seguir disfrutando del poder. Pero el PSOE, Ciudadanos, y los nacionalistas no dejan de dar calabazas a Rajoy y fijar, aunque sea a día de hoy, unas posturas muy definidas.

La cuestión es saber cuanto podrá prorrogarse la designación de una fecha para que el candidato de la derecha pueda presentarse en el Congreso a defender su investidura, atendiendo el mandato constitucional del rey. Seguro es que la presidenta de la cámara baja, Ana Pastor, tratará de alargar el plazo todo lo más posible, y hasta se comenta la posibilidad de esperar a las elecciones del País Vasco y Galicia a finales de septiembre. Pero eso tendría que ser ya en una segunda sesión de investidura, tras el previsto fracaso de la primera, y siempre que Rajoy hubiese conseguido formar una mayoría suficiente para gobernar. Un empeño que continúa pareciendo imposible pues el PP no consigue pasar de sus 137 escaños, con la insuficiente abstención de C's y el voto contrario de todos los demás. Mañana se reúnen de nuevo Rajoy y Rivera, pero nada indica que pueda variar la situación.

El objetivo es hacer que el candidato popular muerda el polvo y tenga que dimitir. Si es que a la postre no vuelve a pegar la espantada, da una larga cambiada a la Constitución y sigue encerrado en la Moncloa, no presentándose a la investidura, confiando en eso que gusta tanto al PP de que ellos o el caos, que en ese caso sería la convocatoria de nuevas elecciones. La jugada parece cada vez más nítida: acoso y derribo de Rajoy, abriendo una puerta a otras posibilidades, incluida la del entendimiento, si la derecha presenta un nuevo aspirante. Ni Sánchez ni Rivera ceden en su lucha contra la corrupción para la regeneración democrática, algo que entienden, y entienden bien, no se puede hacer con Rajoy al frente. Y en cuanto a los nacionalistas, a ver cómo se va a llegar a acuerdos importantes con los separatistas catalanes que se pasan por el arco del triunfo al Tribunal Constitucional o con los vascos que reviven sus afanes secesionistas envalentonados al contemplar lo que está ocurriendo en Cataluña.

El planteamiento, pues, sigue siendo el mismo: o ceden PSOE y C's plegándose a los deseos del PP, o cede el PP con la marcha de Rajoy, o se busca el pacto entre socialistas, Podemos, y nacionalistas, o se va a unas nuevas elecciones. Pablo Iglesias ha confirmado contactos secretos con el PSOE en busca de un acuerdo imposible. Es una carrera de fondo, que ganará el que más resista.