Por un lado Manuela Carmena propiciando el desnudo integral en piscinas madrileñas. Por otro lado una ONG francesa, decidida a dedicar durante un día un parque acuático cercano a Marsella exclusivamente para mujeres donde se autorizará el uso de "burkinis". No creo que deba explicar en qué consiste la tal prenda. O en pelota picada o más tapada que una monja de las de antes. O enseñando las vergüenzas u ocultándolas a las miradas indiscretas de los que todo lo quieren ver.

Lo de la Carmena no tuvo "quorum". Esta mujer tiene unas ideas que ni las del TBO. Y ninguna de provecho. La última de ceder las casetas en el distrito de Lavapiés, con motivo de las fiestas de san Cayetano, a grupos proetarras, okupas y antisistema ha molestado a la mayoría de vecinos y a la oposición que se muestra más que harta de las imbecilidades de esta señora. Más vale que arregle Madrid y lo ponga a tono con la importancia de ser la capital de España y se deje de gilipolleces a las que parece adicta y adepta.

Del desnudo integral de Carmena se pasa en la libertina Francia al uso de una prenda que también atenta contra el ideal femenino. Es como si se quisieran adoptar costumbres foráneas que nada tienen que ver con las propiamente europeas, cada país tiene las suyas, y echar por tierra lo que las mujeres han ido consiguiendo no sin esfuerzo, su libertad para ser, estar, expresarse, vestirse, amar. En eso las francesas han ido siempre unos pasos por delante, como para que ahora una ONG quiera volver sobre los pasos dados.

No me extraña que en Francia se haya armado la marimorena. Aconsejar a estas altura que las mujeres no se bañen con bikini, prenda que, por cierto, tiene años de historia y ha protagonizado portadas increíbles desde Brigitte Bardot para acá y aún antes, sugiriendo como mínimo un bañador con pareo incorporado o con bermudas, pero nunca un bikini, es como pedir que salgamos con velo y falda hasta los tobillos, con botines para que se vea un mínimo de esa carne pecadora que, con el mundo y el demonio, forman ese triángulo vicioso de enemigos del alma. Da la sensación de que quieren cambiarnos hábitos y costumbres de vida y hacernos adoptar y adaptar las de otros que están claramente enfrentadas a las nuestras.

Parece ser que el mundo es el enemigo menos dificultoso. El demonio es más oscuro de entender. Pero es que, la carne es más tenaz que todos ellos y sus acometimientos duran y duran. En la carne fundamentalmente está el pecado, creen en ciertas religiones. Y mientras Carmena pretende exhibirla sin un mínimo de pudor, que tampoco, la ONG francesa quiere privar que el cuerpo de las mujeres se airee durante la canícula. Semejante actividad ha servido para que, las izquierdas, el Frente Nacional y el partido conservador Los Republicanos, se hayan puesto de acuerdo en oponerse diciendo que lo del burkini no tiene sentido y es contrario a los valores del país. Menos mal. Porque ya se sabe lo de las barbas del vecino. Ni tanto como lo de la susodicha ONG, ni tampoco como lo de Carmena. Siempre hay un término medio, pero, ande, dígaselo usted a los extremos.