Qué hermosa es la libertad/ y algunas veces cavilo/ que siendo cosa tan grande/ esté pendiente de un hilo.

José Menese/ Fernando Moreno Galván

Hijo de un zapatero morisco, José Menese se inició en el cante ejerciendo el oficio de su padre. Lo conocí en 1975 en Madrid. Fue mi primera entrevista como profesional del periodismo, que luego tuve problemas para publicar. Hablamos en su casa, un modesto piso de un barrio periférico que ahora no recuerdo. Daría algo por tener ante mis ojos el texto de aquella interviú, que quizá no se dio a conocer íntegramente. Yo me había documentado muy a fondo y él me agradeció ese interés con más de dos horas de charla y su primer gran éxito: el disco de su actuación en el Olimpia de París, donde por primera vez se pudo escuchar una voz flamenca.

Lo acabo de escuchar en su memoria, una vez conocida la noticia de su muerte en Sevilla, a los 74 años de edad. A Menese se le recordará siempre por ser uno de los cantaores que combatió contra la dictadura franquista con su arte. Soleares como "Señor que vas a caballo / y no das los buenos días, / si el caballo cojeara / otro gallo cantaría", o seguiriyas como "Qué doló de pueblo, / lo que ha soportao, / golpes y golpes y más golpecitos / en el mismo lao" fueron acogidas con gran entusiasmo por quienes compartían la necesidad de poner fin al régimen de 1939. El cantaor fue militante del Partido Comunista hasta el fin de sus días, según leo.

José Menese, sin embargo, no fue un heterodoxo del cante, pues si bien empleó otra literatura para las letras de algunas de sus canciones, mantuvo a toda costa la fidelidad melódica, consciente del legado que le dejara Antonio Mairena, cuya escuela siguió. Eso le permitió permanecer y consagrarse como uno de los cantaores más brillantes de las últimas generaciones, por encima de su etapa de cantaor reivindicativo.

Menese formaba parte del grupo de magníficos cantaores que irrumpió con fuerza en la década de los sesenta, entre los que cabe destacar a Juan Peña "El Lebrijano" -recientemente fallecido-, Antonio Fernández Díaz "Fosforito", José Sánchez Bernal "Naranjito de Triana", Antonio Núñez Montoya "El Chocolate", Antonio Cortés Pantoja "Chiquetete" y al más conocido y desgarrado de todos ellos, José Monje Cruz "Camarón de la Isla".

José Menese nos dejó como valioso legado una treintena de discos, entre los que se incluyen sendos homenajes a Miguel Hernández y a los poetas del llamado Siglo de Oro, en este caso caso bajo el título "A mis soledades voy, de mis soledades vengo", grabado en 2005. Al gran cantaor lo encontraron muerto en su casa a primera hora de la madrugada, con el corazón roto. Valen para él, como para los grandes del cante, aquellos versos de Federico García Lorca, a quien tanto admiraba:

Cuando yo me muera/ enterradme con mi guitarra/ bajo la arena./ Cuando yo me muera,/ entre los naranjos/ y la hierbabuena./ Cuando yo me muera,/ enterradme, si queréis,/ en una veleta./ ¡Cuando yo me muera!