Por estas y otras tierras, Lobo es un apellido, aunque no muy común porque el susodicho también es de los que imprime carácter. El lobo suele ser personaje central de cuentos viejos o clásicos como los de Perrault o los hermanos Grimm y nuevos como los de Cristina Fernández Cubas. El primer lobo que se recuerda y sobre el que también se han escrito cuentos es muy anterior, es el famoso lobo de Gubbio, un lobo ferocísimo al que el santo Francisco de Asís amansó por virtud divina. En España, incluso tuvimos un semanario de humor dentro de lo que cabe, llamado "Hermano Lobo", revista satírica publicada en los últimos años del franquismo y el comienzo de la transición.

El lobo siempre ha servido para meter miedo, sobre todo a los niños. Y ya sabemos lo que ocurre en "Caperucita roja" o en "Los tres cerditos". A pesar de lo bobalicona que es la oveja o lo confiados que son los cerditos, en los cuentos acaban triunfando frente al agreste y feroz lobo. El lobo es la bestia parda que trae a maltraer a los ganaderos. El lobo se popularizó en España gracias a la labor de Félix Rodríguez de la Fuente, pero poco más. Los señores y señoras Lobo llevan el apellido con dignidad y a partir de ahora, puede que también tengan que echar mano de la dignidad, porque de la mofa no se van a ver libres, los niños inscritos con el nombre de Lobo.

El empecinamiento de unos padres que consiguieron 25.000 firmas de apoyo ha llevado al director general de los Registros y del Notariado a admitir Lobo como nombre para un recién nacido, tal y como han pedido sus progenitores. Pobre criaturita, ¡la que puede venírsele encima el día de mañana! Lo digo porque los niños pueden ser muy crueles. Pero eso a sus padres les importa un bledo. "El niño nació llamándose Lobo" y por fin van a poder inscribirlo con ese nombre que mete miedo. Aunque como casi siempre sucede no es tan fiero el lobo como lo pintan. Y eso que la mayoría de nuestros ganaderos no se mostrarán muy de acuerdo conmigo. Tienen razón a tenor de las cerracinas que preparan en los rebaños.

Con todo mi respeto para la decisión paterna, los nombres condicionan a los niños. Ni los Sisebuto de entonces, por muy rey visigodo que fuera el susodicho, ni los Lobo, Cristal, Kevin y Messi de ahora, tal y como se ha inscrito directamente a algún bebé. Entre los nombres plaga y los nombres choni, a estos últimos han contribuido Los Morancos, aviadas van las criaturitas. La verdad es que, mientras no sean nombres ofensivos o que pongan en peligro al bebé, allá los papás con su responsabilidad y su conciencia. Lo cierto es que hay mucho esnobismo en este tema y, como antaño con los nombres más horrorosos del santoral, hogaño se suelen poner nombres tanto o más horrorosos, impropios y absolutamente desacertados.

Luis, Carmen, Ángel, María, Rubén, Carlos, Pilar, Enrique, Mercedes y Eduardo, entre otros muchos, pasarán a ser historia, de seguir la racha, e incluso Alba, Jimena y Johathan cederán preferencia, ¡ojo al dato! porque en Hispanoamérica están de moda: Frozen, Ali Babá, Burguer King, Batman, Supermán. Email, Rocky, Rambo, Jirafa, Tiburón, Medusa o Rolling. En España ya tenemos el primer Lobo. Que le sea leve.