Vivimos días en que lo climatológico contagia la actitud de quienes más activos deberían estar por dar una salida al callejón absurdo en el que acampamos, en perenne "impasse", desde hace un año. Días que se convierten en semanas sin solución de continuidad y en los que palabras, gestos y movimientos se empapan de la atmósfera pesada, agobiante y soporífera de los veranos americanos de las novelas de Faulkner.

De la chirriante percusión de las chicharras y el zumbido áspero de los saltamontes, entre los que escucho a nuestros políticos con su cantilena repetitiva y aburrida, surgen, en el mismo día, cuatro lúcidas declaraciones.

Margarita Robles, probablemente la más sensata cabeza del PSOE actual reseña con razón jurídica y constitucional, que si Rajoy no se somete a la sesión de investidura después de aceptar el mandato del rey, no existe otra solución distinta de su dimisión inmediata. Lo comparto, o sesión de investidura o dimisión. Solo así puede la pelota volver al jefe del Estado. No hay ya más camino constitucional: sesión de investidura o dimisión.

Miguel Gutiérrez, secretario general del grupo parlamentario de Ciudadanos despeja la calima que invade el ambiente dificultando la visibilidad y dice que no cabe pensar que el presidente del Gobierno pueda plantearse incumplir la norma constitucional y no presentarse. Estoy de acuerdo, como tal situación no es siquiera concebible, el debate más bien parece un bote de humo lanzado desde el PP para desviar la atención y generar debate allí donde no está el quid de la cuestión.

Alberto Garzón, podemita sobrevenido señala que Rajoy y con él el PP deben dejar de tomarse esto como una partida de póker. También de acuerdo, llevamos meses de faroles, de amagar y no hacer, de medias palabras y del peor estilo del "galleguismo" que no permite ni a sus más próximos saber si sube, baja o simplemente estorba sentado en mitad de la escalera.

Por último, Pablo Casado, la mejor esperanza para que el PP un día pueda volver por sus fueros, manifiesta que Rajoy tiene el mandato de los ciudadanos y del rey para intentar formar Gobierno y que lo va a hacer. Coincido, pero eso implica empezar ya y en serio. Llevamos demasiado tiempo durante el cual es precisamente al presidente del Gobierno en funciones quien menos esfuerzo ha mostrado para alcanzar su objetivo.

Que alguien como yo pueda estar de acuerdo con lo que dicen los cuatro no implica, sin embargo, ni que todos digan lo mismo, ni siquiera que lo que unos dicen sea compatible con lo que dicen los otros. Menos aún con lo que hacen. Es lo que tiene el lenguaje. Como la física, comporta interesantes paradojas. Mientras tanto, me refresco escuchando los patrióticos acordes de la "Finlandia" de Jean Sibelius y pienso que no vendría mal a nuestra política un poco de frescor y un mucho de patriotismo. "On the rocks, of course!".

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